El Jardín de las Amistades
Era un día soleado en la Escuela Primaria Arco Iris, donde los chicos de primer grado se preparaban para un nuevo proyecto en clase: crear un jardín comunitario. La maestra Ana, con una sonrisa radiante, les explicó la tarea.
"Hoy vamos a plantar flores y verduras en el patio, pero necesitamos trabajar juntos y ayudarnos entre todos", dijo la maestra Ana.
Los chicos estaban emocionados, pero también nerviosos. Algunos, como Lía, estaban ansiosos por participar.
"No sé si puedo hacerlo bien", murmulló Lía, mirando sus manos.
"No te preocupes, Lía. Yo te ayudo", dijo Tomi, un niño muy entusiasta.
La clase se dividió en grupos y cada uno se encargó de una parte del jardín. Lía se unió al grupo de Tomi y otros compañeros.
"Vamos a plantar girasoles y lechugas aquí", propuso Tomi.
"Sí, pero primero tenemos que cavar la tierra", dijo Valen, un amigo curioso que siempre tenía ideas.
Mientras trabajaban, hicieron un descubrimiento inesperado. Al cavar, encontraron una bolsa llena de semillas de flores.
"¡Miren!", gritó Lía, levantando la bolsa.
"¡Vamos a usarlas!", exclamó Valen.
Todosrieron y decidieron plantar las semillas de inmediato. Pero no todo fue fácil. Algunos chicos querían plantar flores en un lugar y otros en otro.
"No, las flores están mejor aquí", insistió Agus.
"Pero en este lugar hay más sol", respondió Valen, tratando de imponer su idea.
La discusión se volvió un poco intensa, y Lía, viendo que sus amigos se estaban enojando, tuvo una idea brillante.
"¿Y si hacemos dos grupos? Uno para las flores y otro para las verduras? Así todos podemos plantar lo que queremos y trabajar juntos", sugirió Lía.
Los chicos se miraron unos a otros y comenzaron a sonreír.
"¡Esa es una gran idea!", dijo Tomi, y todos coincidieron.
Así que se dividieron en dos equipos: un grupo se encargó de las flores y el otro de las verduras. Trabajando juntos, el jardín comenzó a tomar forma.
Cada día, el jardín crecía gracias al esfuerzo de todos. Los chicos se dieron cuenta de que, aunque tenían diferentes ideas, al colaborar podían lograr algo hermoso.
Un día, la maestra Ana llevó a los alumnos a ver cómo crecía su jardín.
"¡Miren lo que han creado!", exclamó la maestra.
Las sonrisas se dibujaron en cada rostro.
"¡Es el jardín de las amistades!", dijo Valen, haciendo un gesto hacia toda la clase.
Finalmente, llegó el día de la fiesta del jardín, y todos estaban felices y orgullosos de lo que habían construido juntos.
"Gracias, Lía, por ayudarnos a encontrar una solución", dijo Agus.
"Sí, ¡gracias por ser tan buena amiga!", añadió Tomi.
Lía sintió que su corazón se llenaba de alegría. El jardín no solo era hermoso, sino que también había unido a todos como una gran familia.
"Aprendimos que juntos somos más fuertes", concluyó Lía.
Y así, el Jardín de las Amistades floreció no solo con plantas, sino también con la felicidad de los niños que aprendieron que trabajar juntos podía ser muy hermoso.
FIN.