El jardín de las amistades especiales


Era un hermoso día de sol en el jardín de Fabián. El pequeño niño correteaba por el césped, riendo y jugando con sus amigos inseparables: la hormiga grande y la mariposa gigante.

Juntos siempre se divertían mucho, especialmente cuando jugaban a las escondidas. Un día, mientras estaban jugando cerca del río que atravesaba el jardín, la hormiga grande tropezó y cayó al agua. Fabián miró asustado cómo su amiga desaparecía bajo las olas.

Intentó alcanzarla, pero era demasiado tarde. La corriente había arrastrado a la hormiga lejos de allí. Fabián lloró desconsoladamente por su amiga perdida. Todos los días iba al río y gritaba el nombre de la hormiga, esperando que ella regresara.

Pero no había señales de ella por ninguna parte. Pasaron los días y Fabián comenzó a sentirse triste y solo sin su amiga.

Ya no tenía a nadie con quien jugar a las escondidas o volar entre las flores como hacía con la mariposa gigante. Un día, mientras caminaba tristemente por el jardín, Fabián encontró una pequeña planta creciendo en medio del camino. Se arrodilló junto a ella y notó que estaba marchita y necesitada de cuidados.

"Pobrecita plantita, te ayudaré a crecer", dijo Fabián con ternura. El niño tomó un poco de tierra para colocarla alrededor de la planta e improvisó un pequeño riego utilizando una taza vacía.

Cuidó de la planta día tras día, asegurándose de que recibiera suficiente luz solar y agua. Con el tiempo, la plantita comenzó a recuperarse y a crecer fuerte y sana. Fabián estaba emocionado y feliz al ver los resultados de su esfuerzo.

Su corazón se llenaba de alegría cuando veía cómo la plantita florecía cada vez más. Un día, mientras admiraba las hermosas flores que habían brotado en la planta, Fabián vio algo sorprendente: una pequeña hormiga caminando sobre una hoja cercana.

"¡Hormiguita!", exclamó Fabián emocionado. La hormiga se acercó a él y Fabián notó algo especial en ella. Era grande como su amiga perdida, pero tenía un brillo diferente en sus ojos.

La hormiga le explicó que había sido arrastrada por el río hasta llegar a otro jardín cercano. Fabián sonrió ampliamente al escuchar esto. Aunque no era su amiga original, esta nueva hormiga se convirtió en su compañera de juegos.

Juntos jugaron a las escondidas y recorrieron el jardín explorando todos sus rincones. Un día, mientras volaban entre las flores con la mariposa gigante, Fabián entendió una importante lección: aunque podemos extrañar mucho a nuestros amigos perdidos, siempre hay espacio para nuevos amigos en nuestras vidas.

A partir de ese momento, Fabián aprendió a valorar cada nuevo encuentro y disfrutarlo al máximo.

Ya no sentía tristeza por la pérdida de su antigua amiga hormiga; ahora sabía que el mundo estaba lleno de sorpresas y nuevas amistades esperando ser descubiertas. Y así, junto a su nueva hormiga y la mariposa gigante, Fabián continuó explorando el jardín, listo para vivir nuevas aventuras cada día.

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