El Jardín de las Amistades Perdidas
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, una niña llamada Lucía. Lucía era una niña alegre y creativa que amaba pintar y dibujar. Sin embargo, había un problema: sus amigos habían comenzado a hacer cosas que a ella no le gustaban, como jugar con tabletas y redes sociales. Lucía se sentía sola, ya que no podía compartir su pasión por el arte con ellos.
Un día, mientras paseaba por el parque, Lucía descubrió un jardín escondido detrás una vieja reja. Era un lugar mágico, lleno de flores de todos los colores. "¡Qué hermoso!" exclamó Lucía, y sin pensarlo, entró al jardín.
Al principio, el jardín parecía deshabitado, pero pronto se dio cuenta de que había algo especial en él. Cada vez que ella pintaba o dibujaba en su cuaderno, las flores empezaban a brillar y a cambiar de color. Lucía se quedó maravillada.
"¿Por qué cambian de color mis dibujos?" - se preguntó en voz alta.
"Porque tus dibujos tienen magia" - respondió una de las flores, con voz suave y dulce.
Lucía se sorprendió al escuchar a la flor.
"¡No puedo creer que estés hablando! ¿Cómo es posible?" - preguntó, con los ojos abiertos de par en par.
"Este jardín está lleno de sueños y emociones, y tus dibujos les dan vida" - explicó la flor. "Cada trazo que haces, trae colores a este lugar, y cuando estás triste, nosotros también lo sentimos".
Lucía sonrió, sintiendo que había encontrado un rincón donde encajaba. Los días pasaron y ella visitaba el jardín, siempre llevando su cuaderno. A veces, pintaba imágenes de sus amigos, de las risas que compartían y también de sus tristezas.
Un día, mientras pintaba, una mariposa se posó en su hombro.
"¿Por qué tan seria?" - le preguntó.
"Me siento sola. Mis amigos ya no juegan conmigo, y no sé qué hacer" - confesó, mientras su voz se llenaba de melancolía.
"Quizás deberías mostrales lo que haces aquí, lo especial de tu arte. Puede que ellos también quieran ser parte de tu mundo" - sugirió la mariposa, revoloteando alegremente.
Intrigada por la idea, Lucía decidió invitar a sus amigos al jardín. Al principio, dudaron, pero cuando vieron la belleza de las flores y los colores que surgían de los dibujos de Lucía, se quedaron fascinados.
"¡Nunca imaginé que esto existía!" - dijo Sofía, una de sus amigas.
"Lucía, ¡esto es increíble! ¿Podemos pintar juntos?" - añadió Tomás, otro de sus amigos.
La magia del jardín hizo que todos se sintieran alegres y conectados nuevamente. Lucía se sintió feliz de compartir su pasión y, poco a poco, sus amigos comenzaron a comprender lo importante que era para ella el arte.
Con el tiempo, el jardín se transformó en un lugar de encuentro, donde todos podían expresarse y crear juntos. Lucía no solo recuperó a sus amigos, sino que también descubrió que su arte tenía el poder de unir a las personas.
"Gracias, jardín mágico" - murmuró Lucía un día, mientras pintaba entre sus amigos.
"Solo creo en ti y en tu talento. A veces, la confianza y la comunicación son la clave para encontrar la verdadera amistad" - dijo la flor que la había saludado al principio.
Y así, Lucía aprendió que, aunque a veces las amistades se enfrían, siempre puede haber una nueva oportunidad para conectar y compartir. Con el tiempo, el Jardín de las Amistades Perdidas se convirtió en un símbolo de la creatividad y el poder de la unión en la pequeña comunidad de Arcoíris. Y a Lucía, nunca le faltó el color en su vida, pues siempre supo que con su arte podía hacer brotar nuevas amistades y mantener vivas las ya existentes.
FIN.