El Jardín de las Articulaciones



Había una vez un grupo de niños y niñas que asistían al jardín. Todos los días, salían al patio a jugar y divertirse juntos. Pero un día, la maestra les propuso algo diferente.

"Hoy vamos a jugar a reconocer las partes del cuerpo y las articulaciones. ¿Les parece bien?"Los niños se miraron entre sí con curiosidad, pero pronto aceptaron el desafío.

La maestra les explicó cómo funcionaban las distintas partes del cuerpo y les mostró algunos ejercicios para estirar los músculos. "¡Vamos a empezar!", dijo la maestra. Primero, hicieron una ronda en la que cada uno debía decir su nombre y señalar alguna parte de su cuerpo.

"Hola, soy Martina y tengo dos brazos", dijo la primera niña. "Hola, soy Juan y tengo dos piernas", dijo el segundo niño. Así siguieron todos los niños hasta que llegó el turno de Tomás.

Él estaba un poco nervioso porque no sabía qué decir. "Hola, soy Tomás... ", titubeó. La maestra le dio una pista: "¿Y qué tienes en tu cabeza?". Tomás sonrió aliviado: "¡Ah! Tengo pelo".

Después de esa ronda inicial, comenzaron a hacer distintos juegos para poner en práctica lo aprendido. Jugaron al trenecito humano donde debían sostenerse por las caderas para formar un tren; también hicieron carreras saltando como ranitas; e incluso imitaron animales para trabajar diferentes músculos del cuerpo.

De repente, mientras jugaban a saltar como ranitas, Sofía se tropezó y cayó al suelo. Todos se preocuparon por ella, pero la maestra les recordó lo que habían aprendido sobre las articulaciones. "¿Qué creen que le pasó a Sofía?", preguntó la maestra.

"Se lastimó la rodilla", dijo Juan. La maestra asintió: "Exactamente. La rodilla es una articulación muy importante para poder caminar o saltar. Pero no te preocupes, Sofía.

Vamos a hacer un ejercicio de estiramiento para que te sientas mejor". Los niños ayudaron a Sofía a levantarse y todos juntos hicieron el ejercicio propuesto por la maestra. Después de unos minutos, Sofía se sintió mucho mejor y pudieron seguir jugando sin problemas.

Al final del día, los niños se despidieron felices de la maestra y con ganas de volver al patio al día siguiente para seguir aprendiendo sobre sus cuerpos y cómo cuidarlos mientras juegan.

Desde ese día en adelante, cada vez que jugaban juntos recordaban las partes del cuerpo y las articulaciones, asegurándose de jugar sin lastimarse nunca más. Y así fue como aquel grupo de niños del jardín descubrieron algo nuevo mientras se divertían juntos cada día.

FIN.

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