El Jardín de las Caritas



Había una vez un jardín mágico llamado "El Jardín de las Caritas". En este jardín especial, cada carita representaba una emoción distinta. En el rincón más soleado vivía una carita amarilla llamada —"Sonrisita" . Siempre estaba feliz y su gran sonrisa iluminaba todo a su alrededor.

Un día, mientras Sonrisita disfrutaba del calor del sol, notó que algo extraño sucedía en el jardín. "¿Qué pasará?", se preguntó. La carita triste, que siempre estaba en la sombra, parecía aún más apagada que de costumbre. "¿Por qué estás tan triste, Tristecito?", le preguntó Sonrisita.

"Me siento sola y nadie viene a jugar conmigo" - respondió Tristecito con un suspiro.

Viendo la pena en el rostro de Tristecito, Sonrisita decidió hacer algo al respecto. "¡Voy a organizar una fiesta para todos!", exclamó emocionada. Así que, con un brillo en sus ojos, comenzó a invitar a todas las caritas del jardín.

Cuando llegó el día de la fiesta, el jardín se llenó de color. Había caritas alegres, caritas sorprendidas y, por supuesto, ¡muchas caritas sonrientes! Sin embargo, al poco rato, Sonrisita notó que Estrellita, la carita feliz que nunca paraba de reír, parecía un poco distinta.

"¿Qué te pasa, Estrellita?", le preguntó Sonrisita con preocupación.

"Es que estoy un poco cansada de reír todo el tiempo. Quiero compartir algo diferente" - contestó Estrellita. Esto sorprendió a Sonrisita; nunca había pensado que alguien podría cansarse de ser feliz todo el tiempo.

Sonrisita, con su gran corazón, propuso a todos jugar a las emociones. "¡Vamos a explorar cómo se siente cada uno!", dijo.

Así comenzaron a compartir sus emociones. Tristecito mostró cómo se siente al ver un día nublado, y todos lo escucharon. Sorprendidamente, aprendieron a ver la belleza aún en los días grises. Luego, Ansiosito mostró cómo se siente cuando tiene miedo. Y juntos, con un poco de apoyo, encontraron formas de enfrentar sus miedos jugando a ser valientes.

La fiesta se volvió una celebración de emociones. Sonrisita se dio cuenta de que todas las caritas, independientemente de su emoción, tenían valor y un lugar en el jardín. Al final de la tarde, mientras la luna comenzaba a brillar, todos estaban felices de haber compartido sus sentimientos.

"Gracias, Sonrisita. Hiciste que nuestras emociones se sintieran especiales hoy" - dijo Tristecito con una sonrisa.

"Claro, cada emoción es importante. La verdadera felicidad está en saber cómo sentir y compartir" - respondió Sonrisita, irradiando alegría.

Desde aquel día, en el Jardín de las Caritas, se celebraban fiestas de emociones y la amistad floreció entre todas las caritas. Aprendieron que, aunque cada uno tuviese emociones diferentes, juntos podían crear un jardín aún más hermoso, donde cada carita tenía un lugar especial. Sonrisita no solo seguía siendo la carita más feliz, sino que se volvió la carita que unía a todas las emociones, mostrando que sentir es tan importante como ser feliz.

FIN.

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