El Jardín de las Conexiones



Había una vez en una ciudad pequeña, un jardín mágico llamado "El Jardín de las Conexiones". Este jardín era conocido por sus flores que podían hablar y brindar consejos. Todo iba bien en el jardín hasta que, un día, ocurrió algo inesperado: una sombra cubrió el cielo y la gente comenzó a quedarse en casa.

En el jardín, las flores se notaban intranquilas. La Flor Rosa dijo: - Siento que la gente está preocupada, ya no vienen a jugar.

La Flor Amarilla respondió: - Necesitamos ayudarles.

La Flor Azul, algo tímida, sugirió: - Podríamos hacer algo especial para que las personas se sientan mejor.

Así que decidieron organizar un evento especial: una fiesta virtual. Para ello, pidieron la ayuda de un grupo de mariposas brillantes que volaban por el jardín. - ¡Vamos a llevar flores a cada casa! - exclamó la Flor Rosa.

Las mariposas se pusieron a trabajar. Volaban de casa en casa, dejando flores y un mensaje: “¡Mi canción les alegrará el día! Únanse a nuestra fiesta en el jardín en tres días.”

El día llegó y las flores estaban emocionadas. La Flor Amarilla animaba a todos: - ¡Estamos listos! Cuando a las 5 de la tarde suene el timbre, empezaremos la fiesta.

Mientras tanto, en la ciudad, los niños estaban muy entusiasmados pero también un poco confundidos.

- ¿Cómo haremos una fiesta si no podemos salir? - preguntó Tomás, un niño con una gran imaginación.

- Se me ocurrió que podríamos hacer dibujos de nuestro jardín y mostrarlos en la pantalla, para que todos puedan vernos. - dijo su hermana Sofía.

Tomás y Sofía empezaron a dibujar flores y mariposas. Pero no todo salió como esperaban. La impresora se atascó y en el intento de arreglarla, derramaron la pintura por todos lados.

- ¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora? - exclamó Sofía con tristeza.

- Quizás nuestras pinturas no sean perfectas, pero son únicas, como nosotros - respondió Tomás con una sonrisa.

Llegó la hora de la fiesta. Cada niño, desde su casa, encendió su pantalla y mostró sus dibujos. Cuando las flores del jardín comenzaron a cantar, se sintieron felices al ver las sonrisas en los rostros de los niños. La Flor Azul se volvió más valiente y gritó: - ¡Miren lo que hemos hecho juntos! Cada dibujo cuenta una historia.

De repente, apareció un nuevo personaje: una oruga que se había estado escondiendo. - Soy la Oruga Lía. Me escondí porque tenía miedo de mostrarme.

- ¡No te preocupes! Aquí todos somos amigos. - le dijo la Flor Rosa. Lía se armó de valor y mostró su propio dibujo: una mariposa lista para volar.

- ¡Eso es maravilloso! ¡Quiero aprender a volar también! - dijo animada Lía.

La fiesta continuó, con juegos, risas y canciones. Todo el mundo se sintió más conectado. Al finalizar, las flores dijeron: - Gracias por venir. Podemos ser amigos a pesar de la distancia. Cuando el Jardín de las Conexiones vuelva a ser visitable, les prometemos aventuras aún mejores.

Y así, mientras el sol comenzaba a ponerse, los niños regresaron a sus casas con la certeza de que la distancia no podía romper su amistad, y que juntos podían crear momentos inolvidables, sin importar la situación.

En los días siguientes, aprendieron a hacer cosas nuevas, a comunicarse de diferentes maneras y a disfrutar de la compañía de sus amigos, incluso a través de una pantalla. Las flores del jardín, por su parte, continuaron vibrando con alegría, llevando la magia de la conexión a todos aquellos que quisieran escuchar.

FIN.

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