El Jardín de las Decisiones
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y flores de colores brillantes, había un jardín mágico donde las plantas podían hablar. Este jardín era el hogar de Gabi, una niña curiosa y valiente. A Gabi le encantaba pasar horas entre las flores, aprendiendo de sus sabias voces.
Un día, mientras recogía margaritas, conoció a un viejo roble llamado Don Ramón. El árbol era enorme, con ramas fuertes y frondosas que parecían abarcar todo el cielo.
"Hola, Gabi. ¿Por qué estás triste hoy?" - preguntó Don Ramón, viendo la sombra de melancolía en su mirada.
"Hola, Don Ramón. Estoy preocupada por mi abuela. Ella siempre está cansada y en ocasiones no quiere hacer nada. Me da miedo que esté sufriendo y no sé cómo ayudarla" - respondió Gabi, con lágrimas en los ojos.
"Las personas mayores a veces pasan por momentos difíciles, pero su amor sigue brillando fuerte. Pero en este jardín, tenemos una regla: cada flor y cada árbol tiene derecho a decidir cuándo es el momento adecuado para marcharse o quedarse. Es una decisión importante" - explicó Don Ramón.
Gabi miró a su alrededor, asombrada por la sabiduría de la naturaleza. Las flores parecían estar de acuerdo con lo que decía el roble.
Una semana más tarde, Gabi regresó al jardín, sintiendo que necesitaba hablar con los demás árboles y flores.
"Escuchen, amigos, estoy tan confundida. No quiero perder a mi abuela, pero tampoco me gustaría que ella sufriera más... ¿cómo se decide eso?" - preguntó.
"A veces - dijo una pequeña flor de color violeta - lo mejor es escuchar el corazón. Si tu abuela quiere seguir luchando, eso es lo que importa. Pero si ella siente que ya no tiene fuerzas o ganas de continuar, eso también es válido".
Gabi reflexionó sobre las palabras de la flor y comprendió que eligió ese jardín porque era un lugar donde cada ser podía expresarse y ser escuchado.
Al día siguiente, Gabi decidió tener una charla sincera con su abuela. Se sentaron juntas en el sofá, con la luz del sol entrando por la ventana.
"Abuela, ¿cómo te sentís?" - preguntó Gabi, tomando la mano de su abuela.
"Querida, a veces me siento cansada, pero también tengo momentos de alegría contigo" - respondió la abuela sonriendo.
"¿Y si algún día... no quisieras seguir luchando?" - Gabi se atrevió a preguntar.
"Hija, yo he tenido una vida hermosa. Pero siempre he querido que sepas que lo más importante es que tú seas feliz, y eso significa tomar decisiones que te hagan sentir bien".
Las lágrimas se deslizaban por las mejillas de Gabi, mientras su abuela la miraba con su gran amor. Era difícil hablar de la muerte, pero Gabi entendió que no era un tema prohibido.
"Si en algún momento llego a sentirme muy cansada, quiero que sepas que tendrás que usar todo el amor que te he dado para seguir adelante. Y eso no significa que no esté contigo, siempre estaré en tu corazón" - dijo la abuela, abrazando a Gabi.
El tiempo pasó, y Gabi continuó visitando el jardín, acompaña por Don Ramón y sus amigos. Con cada visita, se sentía más fuerte y llena de amor. Aprendió a valorar cada momento y cada conversación.
Un día, mientras jugaba bajo el viejo roble, Gabi comprendió que su abuela, con su alma valiente, siempre sería parte de ella, sin importar las decisiones que tomaran sobre su vida. Decidió plantarle un árbol especial en el jardín, como símbolo de la sabiduría y el amor que le había transmitido.
Y así, cada vez que Gabi necesitaba un consejo o un abrazo, iba al jardín, donde siempre encontraría las respuestas y el cariño que su abuela le había regalado. En ese lugar mágico, aprendió que no se trataba solo de la vida o la muerte, sino de los hermosos momentos compartidos que nunca se olvidarían.
El jardín se convirtió en un lugar de recuerdos felices, donde todas las flores y árboles contaban historias, y donde Gabi aprendió el verdadero significado del amor y la libertad de decisiones.
FIN.