El Jardín de las Diversidades



En el colegio Arcoíris, un lugar lleno de colores y risas, vivía un grupo de chicos muy variados. Todos eran diferentes, pero juntos formaban un gran equipo. Entre ellos estaban Juan, un apasionado por el fútbol; Lila, que adoraba pintar; Mateo, que siempre cargaba su guitarra; y Sofía, una experta en contar cuentos.

Un día, la maestra Clara, con su característico sombrero de flores, propuso un reto a sus alumnos.

"Chicos, este mes celebraremos la Diversidad en nuestra escuela. Cada uno de ustedes debe preparar una actividad para mostrar al resto lo que más les gusta de su cultura.”

Los niños se emocionaron, pero también se sintieron un poco confundidos.

"Yo solo juego al fútbol. ¿Qué cultura puedo mostrar?" - se preguntó Juan, frunciendo el ceño.

"Podés invitar a tus amigos a un partido y explicarles cómo se juega en otros países. ¡Hay tantos tipos de fútbol!" - sugirió Sofía, siempre optimista.

Así fue como cada uno decidió qué presentar. Lila se enfocaría en la pintura de artistas argentinos, Mateo haría una tarde de música de diferentes partes del mundo, y Sofía compartiría cuentos de diversas culturas. Pero Juan aún no estaba convencido.

"No sé si mi idea es buena... ¿Les interesará a los demás?" - se lamentó.

"¡Claro que sí! Al fútbol le encanta a todos. Con la diversidad, podemos aprender unos de otros!" - le animó Lila con una amplia sonrisa.

Pasaron los días y cada uno se preparaba para su momento. Sin embargo, un día, un nuevo alumno llegó al colegio. Era Samir, un chico que se había mudado de otro país. Juan, Lila y Mateo lo vieron triste en un rincón del patio.

"Hola, ¿te gustaría jugar al fútbol con nosotros?" - le invitó Juan, acercándose.

A pesar de que Samir no hablaba mucho español, sonrió y aceptó la invitación. Jugaron juntos, pero Juan notó que Samir tenía una forma muy distinta de poner el balón en juego.

"Hay que hacer jugadas en equipo. ¡Yo sé!" - explicó Juan, tratando de hacer movimientos.

Pero Samir le mostró un truco de su país, que todos quedaron asombrados de lo rápido que corría. Al finalizar el partido, todos estaban cansados pero felices.

"¿Querés contarnos sobre tu cultura también?" - preguntó Sofía, sabiendo que a Samir le encantaba compartir sobre su hogar. El chico sonrió y comenzó a narrar historias sobre las tradiciones de su país, mientras todos lo escuchaban con atención.

Finalmente, llegó el día de la celebración. El colegio se llenó de colores, risas y mucho amor. Todos los trabajos de los niños estaban expuestos: las pinturas de Lila, la música de Mateo, los cuentos de Sofía, y Juan lideró el partido de fútbol donde enseñaron algunas jugadas que él había aprendido, así como las de Samir.

Al final del día, la maestra Clara dijo:

"Estoy orgullosa de ustedes. Hoy han aprendido que la verdadera riqueza está en conocer y valorar las diferencias de los demás. Cada uno trajo algo único y especial, y juntos hemos creado un hermoso jardín de diversidades.

Y así, en el colegio Arcoíris, la convivencia, la diversidad y la armonía brillaron más que nunca. Juan, Lila, Mateo, Sofía y Samir se convirtieron en un gran equipo, unidos por la amistad y el respeto.

Desde ese día, el fútbol ya no era solo de Juan, las historias de Samir se contaban con amor, los colores de Lila se integraban a cada rincón del colegio y la música de Mateo se escuchaba en todo lugar. Juntos aprendieron que en la diversidad está la verdadera fuerza.

FIN.

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