El Jardín de las Emociones



Había una vez un jardín mágico donde crecían flores de diferentes colores. Cada flor representaba una emoción. El pequeño Tomás siempre pasaba por allí y miraba fascinado. Un día, decidió entrar al jardín.

Al caminar, se encontró con una hermosa flor roja.

"Hola, soy la Flor de la Ira. ¿Por qué estás triste?" - le preguntó la flor enojada.

"No estoy triste, solo tengo un poco de miedo" - respondió Tomás.

"El miedo es como una sombra. A veces, solo hay que enfrentarlo" - dijo la flor.

Tomás se sintió valiente y siguió explorando. Más adelante, vio una flor amarilla que estaba saltando con alegría.

"¡Hola! Soy la Flor de la Alegría, ¡ven a jugar!" - gritó.

Tomás sonrió y la siguió; juntos comenzaron a bailar. Pero, de repente, una nube oscura cubrió el sol. La Flor de la Alegría se marchitó y se puso triste.

"No puedo brillar sin el sol" - dijo.

Tomás pensó un momento y luego dijo:

"Pero siempre podemos encontrar nuestra propia luz, ¡no te rindas!"

Y así, juntos empezaron a cantar, y poco a poco la nube se fue y el sol salió de nuevo.

Entonces, Tomás vio una flor azul, que parecía muy preocupada.

"¿Por qué estás así?" - preguntó.

"Soy la Flor de la Tristeza; me siento sola" - respondió.

"No estás sola; aquí estamos!" - exclamó Tomás.

Y así, el jardín se llenó de risas y colores. Tomás comprendió que todas las emociones son importantes y que, compartiéndolas, las hace más livianas.

FIN.

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