El Jardín de las Emociones



En un pequeño y colorido jardín de niños, un grupo de pequeños amigos se preparaba para jugar. En el centro del jardín había un árbol gigante que, según la leyenda, era el hogar del Monstruo de las Emociones. Los niños nunca lo habían visto, pero sus maestras siempre les hablaban de él con cariño.

Un día soleado, mientras los niños jugaban a construir castillos de arena, Sofía, una niña curiosa, dijo:

"¡Chicos, imaginen qué pasaría si el Monstruo de las Emociones aparece y juega con nosotros!"

Los demás miraron a Sofía con asombro.

"¿Qué tipo de monstruo es?" preguntó Lucas, un niño valiente.

"Dicen que puede sentir todas las emociones y que nos ayuda a entenderlas", respondió Sofía.

De pronto, un viento suave recorrió el jardín y, de detrás del árbol, apareció un ser enorme y animal de colores brillantes. Tenía grandes ojos expresivos y una sonrisa que iluminaba su rostro.

"¡Hola, niños! Soy el Monstruo de las Emociones", dijo con voz amistosa. "He venido a jugar con ustedes. ¿Quieren que les muestre cómo manejar sus emociones mientras jugamos?"

Los niños, emocionados, comenzaron a saltar y gritar:

"¡Síii! Queremos jugar!"

El monstruo se acercó y, con un movimiento de su pata, hizo explotar burbujas de colores en el aire.

"Cada burbuja representa una emoción. ¿Ven esa burbuja roja?" preguntó el monstruo.

"¡Siiii!" gritaron los niños.

"Esa es la burbuja de la ira. A veces, cuando jugamos, podemos sentirnos enojados si alguien no nos deja jugar. Pero está bien, eso es solo una emoción. Hay que hablarlo. ¿Quién quiere intentarlo?"

Todos se miraron, pero fue Lucas quien levantó la mano.

"A veces me enojo cuando no puedo jugar con el juguete que quiero"

"¡Muy bien, Lucas!" dijo el Monstruo. "Ahora, ¿qué podemos hacer cuando nos sentimos así?"

Lucas pensó un momento y respondió:

"Puedo hablar con mi amigo y compartir el juguete..."

"¡Exacto! Compartir y hablar es una hermosa forma de manejar esa emoción. Ahora, veamos la burbuja azul" dijo el Monstruo.

Los niños se acercaron a la burbuja azul que flotaba con delicadeza.

"Esta burbuja representa la tristeza. Momentos como perder un juego o que un amigo se vaya pueden hacernos sentir tristes. ¿Quién se ha sentido así alguna vez?"

Sofía levantó la mano.

"Yo me sentí triste cuando mi mamá se fue a trabajar y me dejó en el jardín"

"¡Eso es muy importante, Sofía! Y está bien sentirse triste. ¿Qué haces cuando sientes eso?"

Sofía mostró su sonrisa y dijo:

"A veces abrazo a mi maestra o juego con mis amigos, eso me hace sentir mejor"

"¡Genial! Jugar y compartir puede ayudarte a distraerte y a sentirte mejor. Ahora, vamos a saltar y jugar un poco, ¡pero no se olviden de sus emociones!"

Los niños comenzaron a jugar a saltar en un pie, correr y reír, mientras el Monstruo de las Emociones les enseñaba otras burbujas.

"Cada una de estas burbujas puede aparecer en cualquier momento. Cuando se sientan felices, siéntanlo y compártanlo con los otros.

Pero si sienten miedo, también está bien buscar ayuda. ¡Compartir es lo que importa!"

De repente, una burbuja naranja apareció y flotó cerca de ellos.

"¡Esa es la burbuja de la alegría! Vamos a hacer lo que más nos gusta hacer cuando estamos contentos," dijo el Monstruo.

Los niños comenzaron a bailar, a cantar y a compartir sus cosas favoritas.

"¡Esto es increíble!" gritó Lucas con una gran sonrisa.

Después de un rato, las burbujas comenzaron a desvanecerse y el Monstruo tomó una expresión de calma.

"Recuerden, amigos, siempre habrá días soleados y días nublados. Cada emoción que sienten es importante, pero lo más importante es saber expresar y compartir todo con sus amigos y familia. Eso es lo que nos hace valiosos"

Los niños, llenos de alegría y comprensiones nuevas, le dieron un abrazo al Monstruo de las Emociones.

"¡Gracias, Monstruo! No podemos esperar a jugar contigo otra vez!" dijeron todos.

El Monstruo sonrío y, con un guiño, se despidió mientras desaparecía detrás del árbol.

Desde ese día, los niños no solo jugaron, sino que aprendieron a comunicar sus emociones, generando un jardín lleno de risas, entendimiento y amistad.

FIN.

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