El Jardín de las Emociones



Era un radiante día de diciembre en el Jardín de Infantes "Las Mariposas", donde la profesora Martina se preparaba para la última clase del año escolar. Todos los niños estaban ansiosos por celebrar los maravillosos momentos que habían compartido juntos. La profesora, con su sonrisa siempre brillante, les dijo:

"¡Hola, mis pequeños jardineros! Hoy vamos a recordar todo lo que hemos aprendido y vivido juntos. ¿Están listos para pasarla genial?"

"¡Sí, sí, sí!" gritaron los niños al unísono.

La profesora Martina había preparado una actividad especial. Sacó una caja llena de semillas de diferentes plantas.

"Estas semillas representan todo lo que hemos aprendido durante el año. Cada una tiene una historia y una emoción. Vamos a plantarlas en nuestro jardín y a contar la historia de nuestra emoción mientras plantamos cada una. ¿Quién quiere empezar?"

Lucía, siempre llena de energía, levantó la mano emocionada.

"¡Yo quiero! Voy a plantar la semilla de girasol, porque me hace feliz ver cómo se giran hacia el sol, ¡como nosotros aprendiendo!"

Mientras Lucía plantaba la semilla, todos escucharon con atención. Al finalizar, la profesora Martina sonrió y dijo:

"¡Eso es! Los girasoles siempre siguen la luz, así como nosotros aprendemos cada día algo nuevo. ¡Bravo, Lucía!"

Uno por uno, los niños fueron compartiendo sus historias. Tomás eligió una semilla de frutilla.

"Yo la elijo porque el año pasado aprendí a compartir y ahora me encanta compartir con mis amigos las frutillas que cosechamos.

"

Betty escogió una semilla de menta.

"Y yo elijo la menta, porque su olor me hace sentir tranquila y feliz. Aprendí a calmarme cuando me siento nerviosa.

"

Mientras plantaban, la profesora les contaba sobre la importancia de cuidar sus emociones, al igual que las plantas.

"Recuerden, chicos, las emociones son como las plantas. Hay que regarlas con amor y cuidado para que crezcan fuertes y saludables".

Justo cuando estaban por terminar, un fuerte viento sopló y desató una pequeña tormenta de hojas. Todos los niños comenzaron a reírse.

"¡Miren cómo bailan las hojas! Es como una fiesta de emociones. ¿Alguien tiene una emoción que quiera compartir sobre el viento?"

"¡Yo, yo!" gritó Juanito, agitando su pequeño brazo.

"El viento me hace sentir libre, como cuando corro en el patio. ¡Es la mejor sensación!"

La clase siguió con risas y anécdotas sobre el viento y las emociones, y la alegría era contagiosa. Sin embargo, mientras se divertían, la profesora se dio cuenta de que algunas semillas habían caído de la caja y se dispersaron por el suelo.

"Oh no, algunas semillas no están en su lugar. Necesitamos un superhéroe que las recupere. ¿Quién se siente como uno?"

Todos los niños levantaron las manos.

"¡Yo!" - dijeron todos juntos.

Entonces, a unísono, decidieron formar un equipo de búsqueda. Se dispersaron rápidamente, riendo y buscando las semillas que habían caído.

"Aquí hay una!" gritó Lucía, sosteniendo una semilla de calabaza.

"Y aquí hay otra!" dijo Javi, mostrando con orgullo una semilla de zanahoria.

La profesora Martina observaba con lágrimas en los ojos, sintiendo un inmenso orgullo por su grupo.

"¡Increíble! Así es como cuidamos nuestro jardín y nuestras emociones. Nos preocupamos por los demás y ayudamos juntos. ¡Qué hermoso aprendizaje!"

Finalmente, cuando reunieron todas las semillas, la profesora les dijo:

"Como despedida del año, haremos este jardín con las mejores semillas de emoción. ¡Este será nuestro jardín de las emociones!"

Todos aplaudieron entusiasmados y luego se pusieron a trabajar, riendo y disfrutando de ese momento.

Una vez terminado el jardín, Martina les dijo:

"Ahora siempre que pasemos por aquí, recordaremos que el cuidado de nuestras emociones es tan importante como el de estas plantas. Las regaremos con amor, cariño y risas. ¡Feliz vacaciones, pequeños! ¡Estoy muy orgullosa de ustedes!"

Los niños abrazaron a su profesora, sabiendo que el año escolar había sido especial y que llevaban en sus corazones una fiesta de emociones que nunca olvidarían.

FIN.

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