El Jardín de las Emociones
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Sonrisas, un jardín mágico donde vivían las emociones. Allí, las emociones positivas como la alegría, la calma y la amistad eran como flores brillantes y alegres que bailaban con el viento. Pero también había emociones negativas como el miedo, la tristeza y la ira, que estaban escondidas en rincones oscuros del jardín.
Un día, una niña llamada Lila decidió explorar el Jardín de las Emociones. Lila era muy curiosa y quería descubrir todos sus secretos.
"¿Qué maravillas habrá aquí?", pensó mientras cruzaba la entrada.
Al principio, Lila se encontró con una hermosa flor amarilla que brillaba bajo el sol.
"¡Hola! Soy Alegría! ¡Bienvenida al jardín!"
"¡Hola, Alegría! Soy Lila, ¡qué lindo lugar!"
A Lila le encantó conocer a Alegría y juntas disfrutaron del sol y bailaron con el viento. Pero a medida que se adentraban más en el jardín, se encontraron con una sombra oscura que cubría una zona del jardín.
"¿Quién está ahí?", preguntó Lila asustada.
"Soy Miedo", dijo una voz temblorosa. "No me acerques demasiado, por favor..."
Lila sintió un nudo en la garganta y recordó que su maestra siempre le decía que las emociones negativas también son importantes.
"No tengas miedo, Miedo. ¿Por qué estás aquí solo?"
"A veces, me asustan las cosas y prefiero quedarme en la sombra", respondió Miedo, con una voz suave.
Lila se acercó a Miedo y le dijo:
"Todos tenemos miedo a veces, ¡yo también! Pero eso no significa que tengamos que quedarnos en la sombra. ¿Qué tal si juntas lo enfrentamos?"
Con un pequeño empujón de valor, Miedo comenzó a salir de su escondite. A medida que avanzaban, Lila vio que algunos de los árboles estaban marchitos.
"¿Qué les pasa a esos árboles?"
"Son la Tristeza y la Ira. No les gusta ser ignorados y necesitan un poco de amor", explicó Miedo.
Decidida a ayudar, Lila llevó a Miedo al lado de los árboles marchitos.
"Hola, soy Lila y veo que necesitan un poco de alegría. ¡Podemos cuidarlos juntos!"
"El amor y la comprensión pueden ayudar a que florezcamos de nuevo", dijo Tristeza con voz suave.
Lila decidió que era hora de activar el Poder del Positivismo. Junto con Miedo, crearon un pequeño espacio donde compartieron historias y juegos sobre cómo enfrentaban sus emociones.
Miedo empezó a contar sobre los momentos en los que se sentía asustado pero lo superaba, y Lila compartía historias divertidas de alegría.
"¡Eso fue divertidísimo!", se rió Alegría.
Con el tiempo, la luz del sol comenzó a tocar de nuevo a los árboles. La Tristeza y la Ira empezaron a florecer, y el jardín volvió a cobrar vida.
"¡Vengamos todos los días a ayudarnos!", sugirió Lila.
"Sí, porque juntos somos más fuertes!", dijo Miedo entusiasmado.
Desde ese día, Lila se convirtió en la guardiana del Jardín de las Emociones. Junto a sus nuevos amigos, cultivaron flores de comprensión y respeto por cada emoción, ya fuera positiva o negativa. Aprendieron a celebrar la felicidad y a cuidar las tristezas.
Al final del día, el Jardín de las Emociones era un lugar lleno de color y armonía, donde cada emoción tenía su espacio y todas eran importantes para la vida.
"¡Gracias, Lila! Sin ti, seguiríamos marchitos", dijeron juntos Miedo, Tristeza, Ira, y Alegría.
Lila les sonrió y supo que el verdadero positivismo venía de aceptar todas sus emociones. Y así, el jardín siguió creciendo y llenándose de vida.
Fin.
FIN.