El Jardín de las Emociones
En un pequeño pueblo donde todos se conocían, vivía un niño llamado Lautaro. Lautaro era un niño muy especial, era diferente a sus compañeros porque se movía en silla de ruedas. Sin embargo, eso nunca le impidió soñar. Su rostro siempre estaba iluminado por una gran sonrisa y su cabeza estaba llena de aventuras. En su corazón había un deseo profundo de jugar con sus amigos y vivir grandes historias.
Un día, mientras Lautaro exploraba su jardín, descubrió un pequeño libro de cuentos, lleno de ilustraciones coloridas. Cuando lo abrió, una nube de brillantes luces salió volando del libro. "¡Hola, Lautaro!" dijo una voz melodiosa. Era un hada llamada Lila. "He venido a ayudarte a convertir tus emociones en algo mágico. ¿Te gustaría crear un jardín de emociones?" Lautaro asintió con entusiasmo.
"¡Sí!" dijo Lautaro, "Pero no sé cómo hacerlo. He tenido dificultades para jugar con mis amigos en el parque. A veces me siento triste porque no puedo correr como ellos".
Lila sonrió y dijo, "No te preocupes, Lautaro. Cada emoción que sientes se puede convertir en una planta en tu jardín. La tristeza puede ser una flor azul, la alegría un girasol, y la valentía un roble fuerte. Vamos a empezar juntos."
Lautaro cerró los ojos y pensó en todos los momentos que había vivido. Cuando pensó en su tristeza, una hermosa flor azul creció del suelo. Luego, al recordar un momento divertido con sus amigos, un radiante girasol apareció al lado de la flor. Y así, Lautaro fue creando su jardín con cada emoción que sentía.
Un día, mientras estaba en su jardín, sus amigos, Sofía y Leo, llegaron corriendo.
"¿Qué estás haciendo, Lautaro?" preguntó Sofía, sorprendida por lo que veía.
"Estoy creando un jardín de emociones con la ayuda de un hada. Mira, esta flor azul representa mi tristeza, y este girasol es mi alegría", explicó Lautaro, con entusiasmo.
"¡Eso es fantástico!" exclamó Leo. "¿Puedo ayudar también? Me gustaría plantar algo."
"Por supuesto, ¡cuánto más, mejor!" respondió Lautaro con una gran sonrisa.
Al día siguiente, Lautaro, Sofía y Leo se reunieron en el jardín. Juntos hablaron sobre sus emociones: Leo compartió su miedo a hablar en público y Lila le enseñó cómo convertir ese miedo en una planta fuerte y resistente. Sofía habló sobre su alegría al jugar con amigos, que se transformó en un arbusto lleno de flores coloridas.
Pero justo cuando todo parecía perfecto, una nube oscura apareció en el cielo y comenzó a oscurecer el jardín. Lautaro sintió que algo no estaba bien. "¿Qué pasa, Lila?" preguntó preocupado.
"Esos son los obstáculos que a veces encontramos en la vida, Lautaro. Cada dificultad que enfrentamos puede amenazarnos, pero no debemos rendirnos. Debemos unir nuestras fuerzas y crear algo aún más grande," respondió Lila.
Entonces, Lautaro tuvo una idea brillante. "¡Juntémonos! Cada uno traerá lo que ha cultivado en su corazón. Si juntamos nuestras emociones, podremos hacer florecer algo increíble."
Así lo hicieron. Cada uno plantó su emoción en el suelo y, combinándolas, crearon un majestuoso árbol que simbolizaba la amistad, el apoyo y el amor. Al ver crecer el árbol, una luz radiante emergió, disipando las nubes. El jardín brilló con colores vibrantes y todos se sintieron llenos de alegría.
"Mirá, Lautaro, ¡lo lograste!" dijo Sofía mientras acariciaba la corteza del árbol.
"Sí, y no lo hice solo. Cada uno de nosotros aportó algo especial" respondió Lautaro, con una sonrisa. Su corazón estaba lleno de felicidad por compartir ese momento con sus amigos.
Los tres amigos decidirían cuidar del jardín y seguir plantando emociones juntos. Aprendieron que aunque hay dificultades en el camino, con apoyo, imaginación y amor, siempre pueden convertir lo negativo en algo hermoso.
Desde aquel día, Lautaro nunca volvió a sentirse solo. Había descubierto la magia de compartir sus emociones y la belleza de la amistad. Su jardín se convirtió en un lugar mágico donde todos los niños del pueblo podían reunirse, compartir sus sueños y sentirse libres para ser ellos mismos. Y así, Lautaro continuó floreciendo, rodeado de amigos y emociones llenas de vida.
Y colorín Colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.