El Jardín de las Estrellas
Había una vez un niño llamado Mateo, quien siempre había soñado con visitar el cielo. Todos los días, mientras caminaba a la escuela, miraba al cielo y se preguntaba cómo sería estar allí.
Un día, mientras estaba en la iglesia junto a su familia, el padre comenzó a consagrar la ostia para convertirla en el cuerpo de Jesús. En ese momento, Mateo sintió una emoción especial en su corazón y una idea maravillosa cruzó por su mente.
Cuando llegó el momento de comulgar, Mateo recibió la hostia con mucho respeto y devoción. Al comerla, cerró los ojos e imaginó que Jesús le daba un abrazo cálido y amoroso.
Fue entonces cuando algo mágico ocurrió: Mateo fue transportado al cielo. Al abrir los ojos, se encontró rodeado de un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores imaginables. El aire estaba lleno de fragancias dulces y embriagadoras que nunca había olido antes.
Era como si todo fuera perfectamente mágico. Mateo comenzó a explorar aquel lugar increíblemente hermoso y pronto se encontró con otros niños que también habían sido llevados allí después de comulgar.
Juntos jugaron entre las flores perfumadas y descubrieron secretos ocultos en cada rincón del jardín celestial. "¡Wow! ¡Estoy realmente en el cielo!" exclamó emocionado Mateo. "Sí", respondió Sofía, otra niña que estaba allí. "Este es nuestro pequeño pedacito del paraíso en la Tierra".
"¡Es asombroso! ¿Cómo llegamos aquí?" preguntó Mateo, curioso. "Cuando comemos la hostia consagrada, Jesús nos lleva de la mano a este lugar especial", explicó Sofía. Mateo y Sofía se convirtieron en grandes amigos mientras exploraban el jardín celestial.
Juntos descubrieron un río cristalino donde podían nadar con peces de colores brillantes, un árbol mágico que daba frutas deliciosas y una montaña alta desde donde podían ver todo el universo. Pero no todo era diversión en el cielo.
Un día, mientras jugaban cerca del río, escucharon un llanto proveniente de una cueva cercana. Corrieron hacia allí y encontraron a Nicolás, otro niño que había estado triste y solo durante mucho tiempo.
Nicolás les contó que había perdido a su familia y no sabía cómo encontrar la felicidad nuevamente. Mateo y Sofía se compadecieron de él y le dijeron que en ese hermoso jardín podían encontrar alegría infinita.
Juntos, los tres niños comenzaron a explorar aún más el cielo en busca de respuestas para Nicolás. Descubrieron una biblioteca llena de libros mágicos que contenían historias inspiradoras sobre amor, amistad y superación personal.
Cada vez que leían esas historias especiales, algo maravilloso ocurría: las palabras cobraban vida frente a sus ojos y los personajes saltaban del libro para enseñarles valiosas lecciones de vida. Después de mucho aprender e inspirarse con las historias de la biblioteca, Nicolás comenzó a encontrar paz en su corazón.
Comprendió que estaba rodeado de amor y que, aunque extrañara a su familia, siempre llevaría su amor dentro de él. Los tres amigos continuaron explorando el cielo y compartiendo momentos mágicos juntos. Aprendieron sobre la importancia del perdón, la empatía y el respeto por los demás.
Cada día descubrían algo nuevo y emocionante en aquel lugar especial. Pero llegó el momento en que Mateo, Sofía y Nicolás tuvieron que regresar a la Tierra.
Jesús tomó sus manos y los llevó de vuelta a la iglesia donde habían comulgado. "Gracias por mostrarnos este maravilloso lugar", dijo Mateo mientras abrazaba a Jesús. "Siempre estaré aquí para ti", respondió Jesús con una sonrisa cálida. "Recuerda llevar contigo todo lo que aprendiste aquí".
Mateo volvió junto a su familia con el corazón lleno de alegría y gratitud por haber tenido la oportunidad de conocer el cielo en la Tierra. Compartió sus experiencias con ellos y juntos aprendieron a vivir cada día con amor, bondad y esperanza.
Y así, Mateo siguió caminando hacia la escuela todos los días, mirando al cielo pero sabiendo que había experimentado un pedacito del paraíso gracias al poderoso abrazo de Jesús después de comulgar.
FIN.