El Jardín de las Estrellas



Era una mañana brillante en el pequeño pueblo de Los Pinos, donde un niño llamado Lucas soñaba con aventuras más allá de su rutina diaria. Lucas siempre estaba mirando hacia el cielo, imaginando cómo sería viajar a otros planetas y conocer seres de otros mundos.

Un día, mientras exploraba un viejo jardín en la parte trasera de su casa, Lucas notó un destello de luces azules y moradas. Curioso, se acercó y vio un pequeño portal brillando entre los arbustos.

"¡Wow! ¿Qué será eso?" - se preguntó, acercándose más.

Con un poco de dudas, pero lleno de emoción, dio un paso y cruzó el portal. Para su sorpresa, se encontró en un mundo lleno de colores vibrantes, donde los árboles tenían hojas en forma de estrellas y los ríos fluían con un agua brillante.

"Bienvenido, amigo terrestre!" - exclamó un ser pequeño con un cuerpo esponjoso y ojos grandes. "Soy Lila, y soy un Lumivio, un habitante de este mundo mágico."

"¡Hola! Soy Lucas. ¿Qué es este lugar?" - preguntó, maravillado.

"Este es el Jardín de las Estrellas, un espacio muy especial donde los sueños de los niños se hacen realidad. Aquí, podemos aprender y jugar juntos. ¿Te gustaría?"

Lucas no podía creer su suerte. Empezó a seguir a Lila, quien le mostró su casa hecha de cristal que brillaba bajo el sol. Allí conoció a otros Lumivios: uno con alas de mariposa llamado Zumo y otro con una cola larga como un pez llamado Flipo. Todos eran amables y estaban listos para compartir su conocimiento del mundo.

"Vamos a hacer algo muy divertido y educativo, Lucas. Vamos a plantar semillas de sueños en nuestro jardín de estrellas!" - sugirió Zumo. "Cada tipo de semilla representa un conocimiento que querés adquirir en la vida. ¿Qué semilla te gustaría plantar primero?"

"¡Quiero conocer más sobre los dinosaurios!" - dijo Lucas entusiasmado.

Con una risa alegre, los Lumivios le brindaron una semilla con una ilustración de un dinosaurio. Juntos, dieron un paseo por un campo y cavaron un pequeño agujero donde plantaron la semilla.

"Sólo debes regarla con un poco de agua de Nebulía, y tu sueño comenzará a crecer!" - explicó Lila mientras vertía el agua.

De repente, un gran árbol con hojas que recordaban a los dientes de un dinosaurio empezó a brotar. Lucas no podía creerlo.

"¡Increíble!" - gritó emocionado. "¿Esto significa que podré volar como los dinosaurios?"

"No exactamente, pero tienes que recordar que el conocimiento te ayuda a volar en tu imaginación y entender el mundo!" - dijo Lila. "Ahora, ¿qué tal si aprendemos sobre el espacio?"

Lucas estaba ansioso y decidió plantar otra semilla. Pero cuando se acercaron a regarla, un fuerte viento empezó a soplar, y el portal se abrió de nuevo.

"Oh no, parece que es hora de que vuelvas a casa, Lucas. Pero siempre puedes regresar, aquí en el Jardín de las Estrellas. Recuerda que el aprendizaje nunca se detiene, y siempre podrás cumplir tus sueños!" - dijo Zumo.

Mientras el viento lo envolvía, Lucas sintió un nudo en el estómago. Se estaba despidiendo de sus nuevos amigos.

"Prometan que volveré!" - exclamó.

"Te estaremos esperando!" - respondieron todos juntos.

Los colores del Jardín comenzaron a desvanecerse mientras Lucas cerraba los ojos. Al abrirlos, se encontró de nuevo en su jardín atrás de la casa. Todo había regresado a la normalidad, pero algo había cambiado dentro de él.

Desde entonces, Lucas empezó a leer libros sobre dinosaurios, hacer experiments de ciencia y soñar en grande sobre todo lo que podía aprender. Cada noche, miraba el cielo estrellado y sonreía, sabiendo que un pedacito de su corazón siempre estaría en aquel jardín mágico, donde las aventuras nunca terminan y el aprendizaje nunca se detiene.

FIN.

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