El jardín de las flores especiales



En un pequeño pueblo rodeado de coloridos campos de flores, vivía una anciana sabia y amorosa llamada Doña Margarita. Todos en el pueblo la conocían por su jardín, que era el más hermoso y cuidado de todos.

Pero lo que muchos no sabían es que Doña Margarita tenía un secreto especial: cada semilla de flor que plantaba representaba para ella a un niño al que cuidaría con amor y dedicación.

Un día, Doña Margarita decidió enseñarle su secreto a las maestras del pueblo, quienes se sorprendieron gratamente al descubrir la conexión especial entre las semillas de las flores y los niños.

Desde ese momento, las maestras comenzaron a observar a los niños como si fueran delicadas semillas que necesitaban ser regadas, alimentadas y cuidadas con paciencia y cariño para poder florecer en todo su esplendor. Una mañana soleada, mientras las maestras preparaban sus clases en la escuela del pueblo, vieron llegar a un nuevo niño llamado Tomás.

Tomás parecía triste y solitario, como una semilla sin agua ni luz. Las maestras recordaron las enseñanzas de Doña Margarita y decidieron acercarse a él con ternura.

"Hola Tomás, ¿cómo estás hoy?", preguntó la Maestra Julia con una sonrisa cálida. Tomás levantó tímidamente la mirada y respondió en voz baja: "No muy bien... extraño mi antigua escuela".

Las maestras entendieron que Tomás necesitaba tiempo para adaptarse a su nueva realidad, así que decidieron brindarle apoyo incondicional como lo harían con una tierna semilla recién plantada. Con el pasar de los días, Tomás empezó a abrirse como una flor al sol.

Se integró con sus compañeros, participó activamente en clase y descubrió su pasión por la pintura. Las maestras lo alentaron en su talento artístico y pronto sus cuadros decoraban las paredes de la escuela con colores vibrantes y emociones profundas.

Pero un día llegaron noticias tristes al pueblo: Doña Margarita había enfermado gravemente y estaba hospitalizada. Las maestras sintieron un profundo pesar por la pérdida de su mentora pero recordaron sus enseñanzas sobre el cuidado amoroso hacia los niños-siempre comparados con las delicadas semillas-.

Decididas a honrar el legado de Doña Margarita, organizaron un hermoso festival floral en el jardín de la escuela en su honor. Cada niño plantó una semilla representando su crecimiento personal durante el año escolar, regándola con sus sueños e ilusiones.

El festival fue todo un éxito; risas resonaban entre los pétalos multicolores mientras se celebraba la vida y el amor compartido entre todos los presentes.

En ese momento mágico comprendieron que cada niño era como una semilla única esperando florecer bajo el cuidado atento de sus maestras-amorosas jardineras-. Y así, inspirados por la sabiduría de Doña Margarita, las maestras continuaron cultivando generaciones enteras de niños llenos de alegría, creatividad y esperanza; recordando siempre que cada uno era tan especial como una preciosa flor en plena primavera.

FIN.

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