El Jardín de las Maestras Mágicas



En el Jardín Mundo Mágico, las señoritas Andrea, Lorena, Mónica y Patricia estaban emocionadas por recibir a sus nuevos alumnos en el primer día de clases.

Los niños llegaron llenos de energía y curiosidad, listos para vivir nuevas aventuras en ese lugar tan especial. El jardín estaba decorado con colores brillantes y figuras de criaturas mágicas que parecían cobrar vida.

En un rincón del salón, un hada pequeñita revoloteaba entre las flores mientras cantaba una dulce melodía que inundaba el ambiente de alegría. - ¡Buenos días, chicos! ¡Bienvenidos al Jardín Mundo Mágico! Soy la señorita Andrea -dijo una maestra con cabello rubio y ojos brillantes-.

Hoy vamos a divertirnos mucho aprendiendo cosas nuevas y descubriendo todo lo maravilloso que nos rodea. Los niños se miraban entre sí con asombro y emoción. Nunca habían visto un lugar tan increíble como ese. - Yo soy la señorita Lorena -anunció otra maestra con una sonrisa cálida-.

Aquí vamos a aprender jugando y explorando juntos. ¿Están listos para empezar? Los pequeños asintieron emocionados, ansiosos por descubrir todos los secretos que el Jardín Mundo Mágico tenía guardados para ellos.

- Y yo soy la señorita Mónica -se presentó otra maestra con voz suave-. Vamos a aprender a respetar a nuestros amigos, compartir y trabajar en equipo. En este jardín todos somos importantes.

Los niños escuchaban atentamente las palabras de las maestras, sintiéndose parte de algo especial y único. De repente, un ruido extraño resonó en el salón. Todos se giraron hacia la puerta y vieron entrar a la última maestra: la señorita Patricia, vestida con colores vibrantes y una varita mágica en la mano.

- ¡Hola, hola! Soy la señorita Patricia -exclamó con entusiasmo-. Y hoy les tengo preparada una sorpresa muy especial.

¿Están listos para vivir una aventura inolvidable? Los niños aplaudieron emocionados, sin saber qué les esperaba pero dispuestos a disfrutar cada momento en ese lugar tan mágico. Así comenzó el primer día de clases en el Jardín Mundo Mágico.

Entre risas, juegos y aprendizajes, los niños descubrieron que la magia estaba no solo en aquel lugar encantado sino también dentro de cada uno de ellos.

Y las cuatro maestras supieron guiarlos con amor y dedicación por un camino lleno de sueños e imaginación donde todo era posible si creían en sí mismos y trabajaban juntos hacia un mismo objetivo: ser felices aprendiendo cada día algo nuevo.

FIN.

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