El Jardín de las Maravillas



Era un hermoso día en el colegio Rosa de los Vientos, donde los niños de cuarto grado se preparaban para su clase de biología. La profesora Laura, conocida por su entusiasmo y sus maneras creativas de enseñar, había planeado una interesante lección sobre la vida de las plantas.

"¡Buenos días, chicos! Hoy vamos a hacer algo muy especial. Vamos a crear nuestro propio Jardín de las Maravillas", dijo la profesora Laura, con una gran sonrisa.

Los niños se miraron entre sí, intrigados. En la clase estaban Tomás, un niño curioso que siempre hacía preguntas; Lucía, que amaba los colores y las flores; y Juan, que prefería los insectos antes que las plantas.

"¿Pero, profesora? ¿Cómo vamos a hacer un jardín en clase?" preguntó Tomás con su voz llenita de energía.

"Vamos a plantar semillas y aprender cómo crecen. Pero no será solo eso. Tendremos que cuidarlas y observar todo el proceso. ¡Y tendrán un amigo especial, una mariposa!" explicó Laura emocionada.

Los alumnos se entusiasmaron al escuchar sobre la mariposa y se dispusieron a plantar semillas en pequeñas macetas. Cada uno eligió su semilla preferida. Lucía optó por girasoles, Juan por claveles y Tomás por albahaca, que también servía para cocinar.

Mientras trabajaban, la profesora Laura les compartía datos interesantes sobre las plantas y su importancia en el ecosistema:

"Las plantas producen oxígeno, que es vital para todos nosotros. Sin ellas, no podríamos respirar. ¿Sabían que algunas plantas atraen a las mariposas?"

"¿De verdad? Eso quiere decir que si tenemos buenas plantas, tendremos muchas mariposas en nuestro jardín", dijo Lucía emocionada.

Los días pasaron y los niños cuidaban sus macetas todos los recreos, regando las plantas y observando cómo empezaban a brotar. Pero un día, al llegar al aula, notaron que algunas de las plantas se veían marchitas.

"¿Qué pasó con mis girasoles?" gritó Lucía, angustiada.

"¡Y mis claveles también!" agregó Juan, preocupado.

La profesora Laura se acercó a las macetas y sonrió.

"Chicos, esto es parte del aprendizaje. Las plantas también enfrentan desafíos, como el sol intenso o la falta de agua. ¿Qué creen que podríamos hacer para rescatarlas?"

Tomás, siempre curioso, levantó la mano:

"Podríamos moverlas a un lugar donde tengan sombra y asegurarnos de que tengan suficiente agua. ¿Y si hacemos un horario de riego?"

"¡Excelente idea! Además, podemos revisar si hay algún insecto que esté afectando a las plantas", respondió Laura.

Así, decididos, los niños trabajaron en equipo para cuidar sus plantas. Observaban atentamente, aprendían sobre la importancia de cada especie y ayudan a los demás. Un día, mientras estaban en el patio, notaron que una mariposa hermosísima volaba cerca de ellos.

"¡Miren esa mariposa!" gritó Juan.

"Parece que viene a visitar nuestro jardín", dijo Lucía maravillada.

Los chicos se sorprendieron al notar que la mariposa se posó en las hojas de los girasoles, y a partir de ese día, cada vez que regresaban a su aula, la mariposa también venía. Así, el Jardín de las Maravillas no solo se convirtió en un lugar para aprender, sino también en el hogar de las mariposas.

Finalmente, llegó el día de la presentación del proyecto ante toda la escuela. Con cada uno mostrando sus plantas, la profesora Laura pidió a los niños que contaran lo que habían aprendido.

"Yo aprendí que cuidar de las plantas es muy importante. Y también que, al hacerlo, podemos ayudar a que lleguen más mariposas", compartió Tomás, contento.

"Y nos enseñaron a ser pacientes, porque no todo crece rápido", añadió Lucía.

La presentación fue todo un éxito, y la escuela decidió crear un verdadero Jardín de Mariposas con la ayuda de todos los niños.

Esa fue la lección más hermosa que aprendieron; que el conocimiento puede florecer igual que una planta, cuando se le brinda cuidado y amor.

Y así, en el colegio Rosa de los Vientos, cada día florecían nuevos saberes, y el jardín se llenaba de colores, risas y mariposas.

Fin.

FIN.

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