El jardín de las maravillas
En un pequeño pueblo perdido entre las montañas, había un hermoso jardín lleno de plantas de habas, lechugas verdes y tomates rojos. Este jardín era cuidado por un espantapájaros llamado Tobi, que había sido armado por un niño llamado Lucas, con mucho cariño. Tobi no era un espantapájaros común y corriente, tenía una personalidad peculiar y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos.
Un día, mientras Tobi cuidaba de las plantas, escuchó a un grupo de niños reírse y jugar cerca. Los niños venían del pueblo con cajas de deliciosas pizzas. Tobi, intrigado por el aroma, decidió acercarse un poco.
"Hola, chicos, ¿qué hacen con esas pizzas tan ricas?" - preguntó Tobi, moviendo su sombrero.
"¡Hola, Tobi!" - respondieron los niños. "Estamos teniendo una fiesta de pizza. ¡¿Querés venir? !"
Tobi miró las cajas y recordó cuánto le gustaba cuidar sus plantas. Se sintió un poco dividido.
"Me encantaría, pero no puedo dejar a mis habas y lechugas solas. Ellos dependen de mí."
"¡Pero comer pizza no significa que dejes de cuidar el jardín!" - dijo Sofi, una niña del grupo.
Tobi pensó en eso mientras observaba las sonrisas de los chicos disfrutando de la comida. Sin embargo, había algo que le preocupaba:
"Discúlpenme, pero también pienso que sólo comer pizza no es muy bueno para la salud. ¡Las verduras son importantes!"
Los niños se miraron y luego uno de ellos, Lucas, respondió,
"Tenés razón, Tobi. Nosotros siempre comemos un montón de pizzas y olvidamos las verduras. Pero podemos crear un plan:"
"¿Cuál?" - preguntó Tobi, curioso.
"Podemos hacer una fiesta saludable en tu jardín. Vos nos traés las verduras y nosotros las llevamos a la cocina de la abuela Clara, que cocinará algo rico. ¡Así todos comemos sanito!" - propuso Sofi.
Tobi sintió una chispa de alegría en su corazón.
"¡Eso me parece maravilloso! ¡Adelante, hagamos una fiesta saludable!"
Los niños se pusieron manos a la obra. Se encargaron de invitar a todos los del pueblo para la gran fiesta. Todo el mundo estaba emocionado. Tobi se encargó de recolectar las habas, lechugas y tomates más frescos que pudo encontrar.
El día de la fiesta llegó, y el jardín estaba decorado con globos de colores y banderines hechos de papel. La abuela Clara, conocida por sus riquísimas recetas, llegó con una gran olla de sopa de verduras y algunos panes crujientes.
"¡Esto sí que tiene buena pinta!" - dijo Tobi, observando con alegría cómo todos se reunían alrededor de la mesa.
Esa tarde, todos compartieron anécdotas, chistes y, sobre todo, un gran festín lleno de colores saludables. Las pizzas estaban ahí también, pero acompañadas de deliciosas ensaladas y sopas.
"Nunca pensé que las verduras pudieran ser tan ricas" - dijo uno de los chicos, mientras disfrutaba de una ensalada de lechuga y tomate.
"Sí, ¡son como superhéroes para nuestro cuerpo!" - exclamó otro niño entusiasmado.
Tobi sonreía al ver a todos felices y saludables.
"Así es, chicos. La comida saludable no solamente sabe bien, también nos ayuda a sentirnos bien y tener energía para jugar y aprender. Por eso, ¡no más sólo pizzas!"
Los niños prometieron a Tobi que a partir de ese día, combinarían alimentos saludables y no saludables de manera equilibrada.
Desde entonces, las fiestas de Tobi se transformaron en un evento mensual en el que siempre había espacio para las verduras junto con las pizzas. Y Tobi, feliz y orgulloso, se convirtió en el espantapájaros más popular del pueblo, cuidando su jardín lleno de amor y sonrisas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.