El Jardín de las Oportunidades
En un pequeño pueblo llamado Villamia, había un hermoso jardín que todos los habitantes admiraban. Sin embargo, el jardín no era realmente un lugar de alegría. Cada año, se celebraba un concurso para ver quién podía cosechar las flores más bellas, pero solo un grupo selecto de personas, conocidas como los Jardinistas, podía cultivar en el gran terreno del jardín.
Un día, una niña llamada Lila, que soñaba con ser jardinera, se acercó al Jardín de las Oportunidades, donde se celebraba el concurso.
"¡Hola, Lila!" - saludó su amigo Tomás, un niño que siempre había sido parte de los Jardinistas.
"Hola, Tomás. ¿Sabías que me gustaría participar en el concurso?" - respondió Lila con entusiasmo.
"Pero Lila, eso no es posible. Solo los Jardinistas pueden cultivar aquí" - dijo Tomás con tristeza.
"¿Y por qué no podemos compartir el jardín con todos?" - preguntó Lila.
Tomás se quedó pensando, recordando que muchos amigos de la escuela también deseaban cultivar flores pero no podían. Entonces decidió que era hora de actuar.
"¡Lila! Vamos a hablar con los Jardinistas. Tal vez ellos no saben que todos quieren participar" - sugirió Tomás.
Y así lo hicieron. Juntos, se acercaron a la gran mesa donde los Jardinistas discutían sobre el concurso.
"¡Hola!" - exclamó Lila. "Nos gustaría participar en el concurso también!"
"Pero no pueden, no tienen el conocimiento y la experiencia necesarias" - respondió una Jardinista mayor con desdén.
"¿Pero cómo podemos aprender si nunca se nos da la oportunidad?" - insistió Lila.
Los Jardinistas no estaban convencidos, pero había algo en la pasión de los niños que les hizo pensar. Después de un rato, la Jardinista mayor propuso una idea.
"Podríamos hacer un Taller de Jardinería, y aquellos que deseen aprender sobre el cultivo de flores pueden hacerlo" - dijo.
Lila y Tomás se miraron emocionados.
"¡Sí! Eso sería genial!" - gritó Tomás.
Así nació el Taller de Jardinería. En las siguientes semanas, los niños y adultos del pueblo aprendieron sobre las plantas, el suelo y cómo cuidar del jardín. Cada semana, el número de participantes creció y todos comenzaron a sentir una conexión con el jardín.
"Mirá, Lila, ¡mi flor está creciendo!" - dijo Tomás con alegría un día.
"¡Sí! Y la mía también!" - respondió Lila, con una gran sonrisa en su rostro.
El día del concurso llegó y, aunque los Jardinistas esperaban que el resultado fuera igual que otros años, esta vez todo era diferente. Las flores cultivadas por los nuevos jardineros estaban llenas de vida, colores y fragancias que llenaban el aire.
"¡Me encantan!" - exclamó una Jardinista asombrada.
"Nosotros también!" - gritó Lila desde el fondo.
Finalmente, los organizadores decidieron que, por primera vez, habría un premio especial para la variedad más colorida y alegre. Lila y Tomás contaron su flor entre las favoritas.
"El verdadero premio es haber trabajado juntos y compartir el jardín" - dijo Lila, mirando a su alrededor lleno de nuevas amistades.
La jornada terminó con risas y diversión, pero sobre todo, una lección aprendida: juntos podían crear un lugar lleno de oportunidades. Desde aquel día, el jardín dejó de ser solo de los Jardinistas y se convirtió en el Jardín de las Oportunidades para todos.
Así, comprendieron que la verdadera belleza estaba en compartir y construir sueños en comunidad, dejando atrás la desigualdad para siempre.
A través del esfuerzo y la unión, Villamia floreció como nunca antes, convirtiéndose en un lugar donde cada flor, cada niño y cada adulto tenía la posibilidad de brillar.
FIN.