El Jardín de las Palabras Mágicas
En un pueblo alejado, había un jardín especial donde crecían flores de colores. Cada flor representaba una forma de comunicarse.
Un día, Diego el conejito decidió visitar el jardín.
"¡Hola, flor de la amabilidad! ¿Podrías ayudarme a encontrar a mis amigos?"
La flor de la amabilidad respondió:
"Claro, Diego. Usa palabras amables y ellos vendrán a ti."
Diego siguió su consejo y gritó:
"¡Amiguitos, los extrañoooo!"
Sus amigos, la tortuga Tita y el pájaro Pipo, llegaron volando.
"¿Qué pasa, Diego?" - preguntó Tita.
"Necesito que me ayuden a regar el jardín. He escuchado que con las palabras correctas, todo es más fácil."
Mientras regaban las plantas, encontraron una flor marchita.
"¿Qué te pasó, flor?" - preguntó Pipo.
La flor respondió:
"No tengo agua, me siento triste..."
Diego miró a sus amigos.
"¿Qué podemos hacer?"
Tita dijo:
"Podemos decirle que la queremos y la ayudaremos."
Diego preguntó a la flor:
"¿Te gustaría que te cuidemos?"
La flor brilló y contestó:
"¡Sí, por favor!"
Con sus palabras amables, comenzaron a regarla. Después de unos días, la flor se levantó y floreció nuevamente.
"¡Gracias, amigos!" - dijo la flor feliz.
"¡Lo hicimos todos juntos!" - exclamó Diego.
Desde ese día, en su pueblo, todos aprendieron a hablar con amabilidad y aprecio. Las flores del jardín seguían floreciendo, y el conejito y sus amigos siempre recordaban lo lindo que era comunicarse con el corazón.
Y así, el jardín lleno de colores fue un espejp de la amistad y la comunicación asertiva, donde cada palabra se convertía en magia.
FIN.