El jardín de las posibilidades



Había una vez en un pintoresco pueblo llamado Arborel, una niña llamada Lila. Lila era curiosa y soñadora. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, encontró un antiguo libro cubierto de polvo. Al abrirlo, se dio cuenta de que era un diario que perteneció a su abuela cuando era joven.

Lila leyó emocionada sobre un jardín mágico en el que cada planta tenía el poder de hacer realidad los sueños de quienes se cuidaban de ellas. "Si alguna vez te sientes perdida, recuerda que puedes encontrar el jardín de las posibilidades", decía un pasaje.

"¿Dónde estará ese jardín?", se preguntó Lila. Y sin pensarlo dos veces, decidió salir a buscarlo.

En su búsqueda, Lila se encontró con diferentes personajes. El primero fue un zorro llamado Zorrito.

"¿A dónde vas tan apurada?", le preguntó Zorrito, moviendo su cola con curiosidad.

"Busco el jardín de las posibilidades", respondió Lila.

"Yo te puedo ayudar si me prometés que serás amable con los demás", dijo Zorrito.

Lila aceptó, y juntos se adentraron en el bosque. Las horas pasaban, pero el jardín seguía sin aparecer. Las dudas comenzaron a inundar la mente de Lila.

"Tal vez no existe...", murmuró desilusionada.

"No te rindas, Lila. A veces, las cosas buenas tardan en llegar", la animó Zorrito.

Tras recorrer un buen trecho, se encontraron con una tortuga llamada Tuga que estaba tratando de cruzar el camino.

"¡Ayuda! No puedo cruzar esta parte del sendero", dijo Tuga con una voz temblorosa.

"Vamos, Lila. Ayudémosla", sugirió Zorrito.

"Claro, Tuga. ¡Vamos a ayudarte!", exclamó Lila.

Lila y Zorrito ayudaron a Tuga a cruzar, y ella, agradecida, les dijo:

"Gracias, pequeños amigos. Como agradecimiento, les diré un secreto: el jardín de las posibilidades está justo enfrente, detrás de esa colina".

Lila estaba emocionada y agradeció a Tuga. Pero cuando llegaron al lugar mencionado, solo encontraron un campo vacío.

"¿Dónde está el jardín?", preguntó Lila, sintiéndose triste otra vez.

"Quizás tengamos que buscar un poco más", aconsejó Zorrito, tratando de alentarla.

De repente, en la distancia, vieron a un pájaro colorido que volaba en círculos y parecía cantar una melodía alegre.

"¡Vamos hacia el pájaro!", propuso Lila. Y juntos corrieron hacia él.

Cuando llegaron, el pájaro les preguntó:

"¿Qué buscan ustedes en este bosque?"

"Buscamos el jardín de las posibilidades" respondió Lila.

"Ah, ¿y qué es lo que sueñan hacer?", preguntó el pájaro.

Lila pensó un momento y dijo:

"Quiero crear un lugar donde todos los niños puedan jugar y soñar".

El pájaro entonces sonrió y les dijo:

"Ese lugar que soñás no es un jardín lejos de aquí, es algo que podés construir en tu propio corazón y llevarlo a la acción".

Lila no podía creerlo. Entonces, todo lo que había vivido en su aventura comenzó a tener sentido. Se dio cuenta de que no necesitaba un jardín mágico para cumplir sus sueños; sólo necesitaba el valor y las ganas de hacerlo. Reunió a Zorrito y Tuga y les propuso algo.

"¿Y si creamos nuestro propio lugar de juegos en el pueblo?"

"¡Yo ayudaré!", dijo Tuga emocionada.

"Y yo también, porque soy un gran recolector de cosas!", agregó Zorrito.

Así que, armando a sus amigos, Lila ideó el plan. Reunieron juguetes, materiales reciclables y comenzaron a dar forma a un espacio que todos en el pueblo pudieran disfrutar.

Poco a poco, la idea fue tomando vida. Todos los niños de Arborel se unieron al proyecto, y al final, no solo crearon un hermoso parque de juegos, sino que también aprendieron sobre el trabajo en equipo y la importancia de ayudar a los demás.

El día de la inauguración, Lila miró a su alrededor y comprendió que el verdadero jardín de las posibilidades estaba en la amistad y en la creatividad que todos compartían.

"Gracias, amigos, por ayudarme a hacer realidad este sueño", dijo Lila con una sonrisa radiante.

Desde entonces, el parque sirvió como un recordatorio para todos los niños del pueblo: a veces, lo que se busca no está tan lejos, sino que hay que trabajar juntos y poner en acción nuestras ideas para que los sueños florezcan en nuestro propio corazón.

Y así, el jardín de las posibilidades no solo existió en el papel, sino que cobró vida a través de su amistad y sus sueños cumplidos.

FIN.

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