El Jardín de las Preguntas



Érase una vez, en un rincón del mundo donde todo era magia y maravilla, un jardín secreto llamado El Jardín de las Preguntas. Este jardín era especial, porque en él todas las preguntas del mundo florecían como las flores más bellas. Sin embargo, había un pequeño problema: nadie se había atrevido a responderlas.

Un día soleado, Sofía, una curiosa niña aventurera, decidió explorar el jardín. Cuando llegó, vio a un grupo de criaturas extrañas: los Selphins, unos seres chispeantes que representaban las preguntas.

"¿Por qué el cielo es azul?" - preguntó uno de los Selphins, danzando entre las flores.

"¡Oh, me encantaría saber eso!" - exclamó Sofía, intrigada por su inquietud.

Los Selphins brillaron intensamente y comenzaron a volar alrededor de Sofía.

"Si quieres respuestas, deberás encontrar a los Sabios del Bosque" - dijo una Selphin llamada Luz, dazzling como un rayo de sol.

"¿Los Sabios del Bosque?" - inquirió Sofía con curiosidad.

"Sí, ellos tienen el poder de responder nuestras preguntas y ayudar a que el jardín florezca aún más. Pero cuidado, porque no te darán las respuestas fácilmente. Tienes que plantear tus propias preguntas" - advirtió Luz.

Sofía sonrió decidida y, junto a los Selphins, se adentró en el Bosque de las Respuestas, un lugar lleno de árboles antiguos y misteriosos. Allí, encontró a tres Sabios: el Sabio de la Observación, la Sabia del Razonamiento y el Sabio de la Imaginación.

"¿Por qué el agua es transparente?" - preguntó Sofía al Sabio de la Observación, un anciano de larga barba blanca.

"Para encontrar la respuesta, primero deberías observar detenidamente el agua. ¿Qué ves?" - respondió él, con voz pausada.

Sofía miró el agua brillante y luego, llena de entusiasmo, dijo:

"¡Veo que refleja la luz del sol!"

"Exacto, y así entendemos una pequeña parte de su esencia. Las preguntas son como el agua, hay que sumergirse en ellas" - dijo el Sabio.

Sofía sonrió, sintiendo que comenzó a entender una parte del misterio.

Luego, se acercó a la Sabia del Razonamiento.

"¿Por qué necesitamos pensar?" - preguntó.

"La mente es como un músculo, necesita ser ejercitada. Así, tu pensamiento se volverá más fuerte y ágil. ¿Qué crees que podrías pensar para ejercitar tu mente?" - sugirió la sabia.

Sofía reflexionó y dijo:

"Tal vez podría plantear otras preguntas. Como, ¿por qué la luna brilla?"

"Muy bien, sigue así. Las preguntas son el inicio del conocimiento" - le respondió la Sabia.

Por último, se dirigió al Sabio de la Imaginación, un viejo que parecía tener la cabeza llena de estrellas.

"¿Cómo puedo entender el mundo?" - expresó Sofía intrigada.

"Utilizando tu imaginación, por supuesto. Si te imaginas cómo sería el mundo sin árboles o días soleados, podrás comprender cuánto valor tienen estas cosas. La imaginación te abre caminos" - respondió el Sabio, guiñando un ojo.

Sofía sintió que, poco a poco, entendía el mensaje. Las preguntas eran el punto de partida para el descubrimiento y el aprendizaje. Sin embargo, no todo estaba dicho. Al salir del Bosque de las Respuestas, algo increíble sucedió: el Jardín de las Preguntas comenzó a florecer más intensamente, como nunca antes.

"¡Lo logramos!" - gritó Sofía, llena de emoción junto a sus nuevos amigos.

Los Selphins danzaban felices y las flores del jardín brillaban con colores vibrantes.

"Sofia, ahora sabes que cada respuesta abre la puerta a nuevas preguntas, y así es como se construye el conocimiento. ¡Bienvenida al mundo de la filosofía!" - dijo Luz con una gran sonrisa.

Y así, en ese mágico jardín, Sofía aprendió que la filosofía no es solo respuestas, sino un viaje lleno de curiosidad y preguntas. Desde aquel día, ella siempre llevó consigo un cuaderno donde anotaba cada pregunta que le surgía y, a medida que crecía, su amor por el conocimiento florecía junto a ella.

Fin.

FIN.

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