El Jardín de las Preguntas



Era una mañana radiante en la ciudad de Rincón del Sol. En la Escuela Primaria Sabiduría, los estudiantes estaban entusiasmados por comenzar un nuevo proyecto. Su profesora, la Sra. Valeria, había prometido llevar a cabo algo muy especial: un concurso para crear el jardín de las preguntas.

La Sra. Valeria reunió a todos los alumnos en su aula, y con su voz suave y alegre les explicó:

"Chicos, este año vamos a aprender algo maravilloso. La filosofía es como un jardín donde sembramos preguntas, y cada respuesta nos ayuda a cultivar nuestra mente y entender mejor el mundo que nos rodea. ¿Qué les parece?"

Los niños miraron a la maestra con curiosidad. La pequeña Mariela levantó la mano y preguntó:

"¿Pero, maestra, cómo se cuida un jardín de preguntas?"

"Esa es una excelente pregunta, Mariela. Para cuidar este jardín, necesitamos regar las preguntas con curiosidad, quitar las malas hierbas de las certezas, y dejar crecer las respuestas con el diálogo entre nosotros", explicó la Sra. Valeria emocionada.

Los estudiantes comenzaron a imaginarse un jardín lleno de flores de ideas y frutos de entendimiento. Así, cada uno debía traer al menos una pregunta filosófica para contribuir al jardín. Luego, plantarían sus preguntas en el patio de la escuela en un lugar muy especial.

Aquella tarde, todos se pusieron a pensar en sus preguntas. Algunos optaron por dudas sencillas, como:

"¿Qué es la amistad?"

Otros, más atrevidos y curiosos, como el inquieto Nicolás, decidieron ir más allá.

- “Yo quiero saber por qué existimos. ¿Cuál es el sentido de la vida?"

Las preguntas se multiplicaban y llenaban de entusiasmo el aula. Sin embargo, un día, Nicolás se sintió angustiado. No encontraba la respuesta a su gran pregunta y temía que sus compañeros pensaran que su pregunta era demasiado complicada.

Una semana antes del concurso, Nicolás se sentó junto a Mariela en el patio de la escuela.

"No sé si debo plantar mi pregunta. Tal vez es muy grande para este jardín", confesó Nicolás, con una expresión de duda en su rostro.

Mariela lo miró con empatía.

"Oye, Nicolás, todas las preguntas son importantes. Hay un dicho que dice que 'todas las grandes respuestas comienzan con buenas preguntas'. Deberíamos compartir lo que sentimos. ¡Quizás encontremos la respuesta juntos!"

Nicolás sonrió, sintiéndose un poco más aliviado.

"Sí, tienes razón. Vamos a hablar sobre eso el lunes en clase."

El día del concurso llegó, y el patio de la escuela estaba lleno de coloridas cartulinas donde los alumnos habían escrito sus preguntas. Algunos se veían felices mostrando sus flores de curiosidad. Sin embargo, Nicolás se sentía un poco nervioso por compartir su pregunta.

La Sra. Valeria se acercó y comenzó a leer las preguntas en voz alta, alentando a los estudiantes a que compartieran sus razones detrás de cada interrogante.

"¿Qué es la amistad?" leyó la maestra.

"¿Por qué a veces lloramos de felicidad?" continuó.

Nicolás tragó saliva mientras su maestra se acercaba a su pregunta.

"Y ahora, la pregunta de Nicolás: '¿Cuál es el sentido de la vida?'"

Un silencio profundo cubrió el patio. Todos miraron a Nicolás, pero en lugar de sentirse abrumado, comenzó a hablar con confianza.

"Creo que es una pregunta muy grande, pero en este jardín aprendí que no importa si no encontramos una única respuesta. Lo más importante es el viaje de cuestionar y reflexionar sobre ello juntos. Tal vez el sentido de la vida sea vivir, aprender, y compartir nuestra curiosidad con los demás."

Sus compañeros comenzaron a murmurar, y otros estudiantes levantaron la mano para compartir sus pensamientos sobre la vida.

"¿Entonces, podemos decir que el sentido de la vida también está en hacer amigos y disfrutar de momentos juntos?" intervino Mariela.

"Sí, exactamente!" asintió Nicolás, mirando a su alrededor y viendo cómo todos se iban uniendo a la conversación.

La clase se llenó de un intercambio de ideas y reflexiones, y Nicolás se sintió orgulloso de haber compartido su pregunta.

Al final del concurso, la Sra. Valeria sonrió mientras veía a sus alumnos compartir, debatiendo y disfrutando de los frutos de su jardín de preguntas.

"Recuerden, cada pregunta que trajeron hoy nos ayuda a crecer, así como cada respuesta que surgió de este diálogo. La filosofía forma parte de nuestra vida diaria. Nos ayuda a desarrollar el pensamiento crítico y a entender mejor nuestro entorno. Nunca dejen de cuestionar y explorar!"

Y así, en aquel brillante día en Rincón del Sol, los estudiantes no solo construyeron un jardín lleno de preguntas, sino también un puente de amistad y entendimiento.

En conclusión, el sentido de la vida puede ser un misterio en sí mismo, pero como aprendieron Nicolás y sus amigos, las preguntas y el diálogo son la clave para una vida rica y significativa.

Nunca dejemos de sembrar preguntas en el jardín de nuestra mente y nuestro corazón.

FIN.

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