El Jardín de las Sabias
En un pequeño y colorido pueblo llamado Arcoiris, había un jardín mágico donde las flores eran muy especiales: ¡eran flores sabias que podían hablar! Las flores eran de distintos colores y cada una representaba una virtud. Las del color rosa eran las Flores de la Amistad, las amarillas eran las Flores de la Sabiduría y las violetas representaban el Respeto.
Una mañana, Valentina, una niña curiosa y llena de energía, decidió pasear por el jardín. "¡Hola, flores!" - saludó al entrar. Las flores la miraron y respondieron suavemente.
"¡Hola, Valentina! ¿Qué buscas hoy?" - preguntó una Flor de la Amistad.
"Quisiera aprender algo nuevo!" - respondió Valentina con entusiasmo.
Las flores se miraron entre sí y la Flor de la Sabiduría tomó la palabra. "Podemos enseñarte sobre el respeto y la valentía de ser mujer. ¿Te gustaría escuchar la historia de Sofía?" -
Valentina asintió emocionada. "¡Sí, por favor!" -
Las flores comenzaron a narrar la historia de Sofía, una niña valiente del mismo pueblo. A pesar de que soñaba con ser ingeniera, sus compañeros la desanimaban. "Las niñas no son buenas para eso" - le decían. Una vez, Sofía decidió que quería construir una casita de madera. Se acercó al taller del abuelo de su amigo Lucas, conocido por ser un gran carpintero. "¡Hola, abuelo! Quiero aprender a construir. ¿Me puedes ayudar?" -
El abuelo la miró sorprendido y sonrió. "Por supuesto, Sofía. ¡Cualquiera puede construir si se lo propone!" -
Sofía se sintió muy feliz y comenzó a trabajar con él. Día tras día, aprendía nuevas técnicas y también demostraba su creatividad. Sin embargo, un día se enfrentó a un desafío. Cuando sus amigos vieron el progreso de la casita, comenzaron a burlarse. "¿Qué te pensás, que sos un chico? Las niñas no pueden hacer eso" -
Sofía sintió que su corazón se encogía. Pero en ese momento, recordó las palabras de su abuelo: "El talento no tiene género, Sofía" -
Con valentía, decidió que no se dejaría vencer. Al día siguiente, llevó a sus amigos a ver su casita. Cuando la descubrieron, sus ojos se abrieron de par en par. "¡Es increíble!" - gritó Lucas. "Nunca creí que podrías hacer algo así" -
Sofía sonrió y dijo: "Si yo pude, ¡todas pueden!" - Desde aquel día, los chicos comenzaron a respetar a las chicas por sus talentos. Así fue como Sofía se convirtió en una inspiración para muchas niñas del pueblo.
Valentina escuchó atentamente cada detalle y aplausos imaginarios resonaron en su mente. "¡Qué historia tan inspiradora!" - expresó. "Entonces, ¿tolero que me digan que no puedo hacer algo solo por ser niña?" -
Las flores respondieron a coro. "¡Nunca! Eres capaz de lograr cualquier cosa que te propongas, Valentina. Lo importante es que te respetes a ti misma y valores tu potencial" -
Valentina sintió una chispa de motivación. "¡Ya sé! ¡Voy a invitar a todas mis amigas a construir algo juntas en el jardín!" -
Las flores comenzaron a alegrarse. "Esa es la actitud, Valentina! ¡El poder femenino es aún más fuerte cuando se une!" -
Valentina, con su corazón lleno de alegría, comenzó a hacer planes. Pero al llegar a casa, se dio cuenta de algo importante. "¿Y si mis amigos no quieren ayudarme porque soy una chica?" -
Las flores suspiraron suavemente. "Es aquí donde entra el respeto, Valentina. Muestra tus habilidades, sé clara en lo que quieres hacer y asegúrate de que todos sepan que el trabajo en equipo es para todos, sin importar el género" -
Con esta nueva motivación, Valentina decidió armar una reunión. "¡Chicos! ¡Quiero que vengas a construir un refugio de hojas para los pájaros! Será su nuevo hogar en nuestro jardín" -
Los chicos la miraron intrigados. "¡Suenan genial, Valentina! ¡Queremos participar!" -
Así, todos juntos, construyeron el refugio para los pájaros. Valentina se sintió feliz al ver a todos trabajando en armonía, cada uno aportando su talento. Las Flores del Jardín aplaudían desde sus macetas.
Finalmente, el refugio quedó tan bonito que se llenó de pájaros en un abrir y cerrar de ojos. Valentina miró a su alrededor y dijo: "Con respeto y unión, ¡podemos lograr grandes cosas!" -
Y así, el pueblo de Arcoiris aprendió que valorar y respetar a todos, sin importar su género, permitía que los sueños se convirtieran en realidad.
Desde aquel día, Valentina se convirtió en una líder en su comunidad, inspirando a niños y niñas por igual a perseguir sus sueños, mostrando que el respeto no solo es un valor esencial, sino también una herramienta poderosa para construir un mundo mejor.
FIN.