El Jardín de las Sentimientos
En un pequeño pueblo llamado El Mirasol, había un jardín mágico que solo podía verse con el corazón. Este jardín, que se encontraba en el centro del pueblo, estaba lleno de flores de todos los colores y tamaños. Cada flor representaba un sentimiento diferente: alegría, tristeza, enojo, amor y amistad. Pero había un pequeño problema: las flores estaban marchitas y perdían su color porque los habitantes del pueblo habían olvidado cómo compartir sus sentimientos.
Un día, una niña llamada Lía decidió que ya era hora de que el pueblo volviera a ser feliz. Ella amaba el jardín y recordaba lo hermoso que era cuando todos compartían sus emociones. "Voy a hacer algo al respecto!" - exclamó con determinación. Lía corrió a buscar a sus amigos: Tomás, un chico que siempre se reía, y Sofía, una niña que dibujaba maravillas.
Cuando Lía les habló de su plan, Tomás frunció el ceño. "¿Y cómo vamos a hacer que los adultos compartan lo que sienten?" - preguntó. Sofía, siempre positiva, sonrió y contestó: "Podemos organizar una fiesta en el jardín y pedirles que traigan una ‘flor de sentimiento’ que represente lo que sienten."
Así nació la idea de la Fiesta del Jardín de los Sentimientos. Lía, Tomás y Sofía comenzaron a preparar la fiesta. Hicieron volantes llenos de colores y dibujaron imágenes de las flores del jardín. A todos les pareció una idea rara, pero la curiosidad ganó.
El día de la fiesta, el jardín estaba lleno de gente. Lía pidió que todos se sentaran en círculo. "Cada uno de nosotros va a expresar un sentimiento que ha tenido y después lo vamos a convertir en una flor para el jardín!" - dijo con el corazón latiendo fuerte. Las personas comenzaron a hablar. La abuela de Lía compartió cómo se sentía sola desde que el abuelo se había mudado a otra ciudad. "Traje una flor de tristeza, porque la echo de menos" - dijo, mientras le entregaba una flor marchita.
Luego, un niño pequeño, que apenas hablaba, se levantó y dijo: "Yo siento alegría porque tengo muchos amigos. Esta es una flor amarilla brillante!" - y todos aplaudieron y sonrieron. A medida que cada persona compartía su sentimiento, las flores marchitas comenzaron a revivir. Lía se emocionó al ver cómo el jardín recuperaba su color y vida.
Pero cuando pensaban que todo iba bien, apareció Don Pedro, el hombre más gruñón del pueblo. "¡Esto es una tontería! ¿Qué sentido tiene hablar de sentimientos?" - gritó, y todos se quedaron en silencio.
Tomás, que no podía soportar ver que el jardín se marchitara de nuevo, se acercó a Don Pedro. "Pero Don Pedro, si no compartimos lo que sentimos, nada va a cambiar. A todos nos importa lo que usted siente. ¿Por qué no nos dice cómo se siente, aunque sea por un momento?" - dijo con valentía.
Don Pedro miró a Tomás y, tras un largo silencio, soltó un suspiro. "Bueno, en verdad estoy triste porque mi perro se fue hace tiempo y nunca volví a verlo. Fui demasiado duro y no me dejé cuidar de mis sentimientos." -
Ella le dijo: "¡Podemos hacerle una flor a su tristeza!" - y todos en el jardín comenzaron a buscar flores de diferentes colores. Juntos, crearon una flor especial y la plantaron en el jardín.
Con cada sentimiento expresado, el jardín comenzó a florecer y a llenarse de colores vibrantes. La gente se dio cuenta de que al compartir sus sentimientos, se estaban conectando entre sí de una manera más profunda. Don Pedro sonrió por primera vez en mucho tiempo y agradeció a los niños por recordarle la importancia de lo que siente.
Al final del día, el jardín se iluminó con la luz del atardecer, y todos juntos cantaron una canción de amistad. "¡La afectividad nos hace más fuertes!" - gritaron en coro mientras las flores bajo sus pies brillaban como nunca antes.
Desde entonces, el Jardín de los Sentimientos se convirtió en un lugar sagrado en El Mirasol, donde cada año se celebraba la Fiesta del Jardín para recordar la importancia de compartir lo que sentimos y de cuidar nuestra afectividad. Lía, Tomás y Sofía aprendieron que expresar los sentimientos, ya sea de alegría o tristeza, ayuda a que todos florezcamos juntos!
FIN.