El jardín de las valientes alas



En un tranquilo y hermoso campo argentino vivía Mercedes, una mujer alegre de 60 años. Ella disfrutaba de pasar sus días cuidando de sus macetas y podando las ramas de sus árboles frutales con mucho amor y dedicación.

Un día soleado, su hija Helena llegó de visita para pasar tiempo juntas. Helena era una joven cariñosa que adoraba a su madre, y entre ellas había un lazo muy especial lleno de amor y complicidad.

"-¡Hola mamá! ¡Qué lindas están tus plantas hoy!", exclamó Helena al llegar. "-¡Gracias mi vida! Tú también estás radiante como siempre", respondió Mercedes con una sonrisa. Juntas pasaron la mañana arreglando el jardín, riendo y compartiendo anécdotas.

Mercedes le enseñaba a Helena todos sus secretos sobre el cuidado de las plantas, mientras ella escuchaba atentamente cada palabra con admiración. Después del trabajo en el jardín, se sentaron a descansar bajo la sombra de un árbol frondoso.

Allí compartieron un delicioso almuerzo preparado por Mercedes con ingredientes frescos de su propia huerta. "-Mamá, eres increíble. Todo lo que haces es maravilloso", dijo Helena emocionada. Mercedes abrazó tiernamente a su hija y le dio un beso en la frente. "-Gracias cariño.

Pero lo más maravilloso para mí es tenerte aquí a mi lado". De repente, escucharon un ruido proveniente del fondo del jardín. Se acercaron curiosas y vieron a un pajarito atrapado entre las ramas de un arbusto espinoso.

Sin dudarlo, Mercedes tomó unas tijeras y con mucho cuidado liberó al pequeño pájaro. Él revoloteó felizmente antes de emprender vuelo hacia el cielo azul. "-¡Qué valiente eres mamá! Siempre ayudando a quienes lo necesitan", expresó Helena orgullosa.

Mercedes sonrió con humildad. "-Es importante ser amable con todos los seres vivos, querida". El sol comenzaba a ponerse en el horizonte cuando madre e hija volvieron a la casa tomadas de la mano.

El día había sido mágico, lleno de amor, aprendizaje y aventuras inesperadas en el jardín. Al llegar al hogar cálido y acogedor, se abrazaron fuertemente sabiendo que tenían un vínculo indestructible que perduraría por siempre en sus corazones.

Y así terminó este día especial en la vida de Mercedes y Helena, dos mujeres fuertes que encontraban la felicidad en las cosas simples: cuidar del jardín, compartir momentos únicos y demostrarse amor incondicional cada día.

FIN.

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