El jardín de Laura
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Verde, una niña llamada Laura que siempre había sentido curiosidad por las plantas.
Le encantaba observar cómo crecían y florecían en el jardín de su casa, pero nunca había aprendido a cuidarlas adecuadamente. Un día, durante la clase de ciencias naturales, la maestra de Laura, la señorita Rosa, notó su interés por las plantas y decidió ofrecerle su ayuda para aprender a cuidarlas.
"Laura, veo que te gusta mucho el mundo de las plantas. ¿Te gustaría que te enseñe cómo cuidarlas correctamente?" -preguntó la señorita Rosa con una sonrisa cálida. Los ojos de Laura se iluminaron de emoción y asintió emocionada.
Desde ese momento, todas las tardes después de clases, la señorita Rosa y Laura se reunían en el jardín de la escuela para aprender sobre diferentes tipos de plantas y cómo cuidarlas. La primera lección fue sobre regarlas adecuadamente.
La señorita Rosa explicó que cada planta tiene necesidades específicas y que es importante no excederse ni quedarse corto con el agua.
"Recuerda, Laura, es como darles un vaso justo de agua cuando tienen sed", le dijo la maestra mientras regaban juntas las flores del jardín. Con el tiempo, Laura fue adquiriendo más conocimientos sobre el cuidado de las plantas: desde la importancia de la luz solar hasta cómo podarlas correctamente.
Cada nueva lección era recibida con entusiasmo por parte de Laura, quien practicaba diligentemente todo lo aprendido en el jardín de su casa. Un día, mientras estaban trasplantando unas pequeñas violetas, la señorita Rosa le hizo una sorpresa a Laura:"¡Felicidades! Ahora eres oficialmente una experta jardinera.
Este certificado es tuyo como reconocimiento por todo tu esfuerzo y dedicación. "Laura no podía contener su alegría al recibir el certificado hecho a mano por su maestra. Estaba orgullosa del camino recorrido y emocionada por seguir aprendiendo más sobre las plantas.
Con el tiempo, el jardín de Laura se convirtió en un hermoso oasis lleno de vida y color.
Gracias a los consejos y enseñanzas de la señorita Rosa, logró convertirse en una hábil jardinera que compartía sus conocimientos con amigos y vecinos. Y así, entre risas y flores perfumadas, Laura descubrió no solo su pasión por las plantas sino también el valor del aprendizaje constante y la generosidad al compartirlo con los demás.
FIN.