El jardín de Lorenzo



Había una vez un niño llamado Lorenzo, quien tenía 3 años y estaba emocionado por ir al jardín. Era su primera experiencia en un lugar lleno de juegos, amigos y aprendizaje.

Desde que se levantó esa mañana, Lorenzo no podía contener la alegría. Se vistió rápidamente con su uniforme escolar y desayunó junto a sus padres. Mientras comían tostadas con dulce de leche, su mamá le dijo: "Lorenzo, hoy será un día muy especial para ti.

Vas a conocer nuevos amigos y aprenderás muchas cosas divertidas en el jardín". Lorenzo sonrió ampliamente y asintió con la cabeza mientras tomaba pequeños bocados de su tostada. Sabía que iba a ser una aventura increíble.

Cuando llegaron al jardín, Lorenzo se aferró a la mano de su mamá tímidamente. La maestra del salón, la señorita Ana, los recibió con una gran sonrisa y les mostró el lugar. El salón estaba lleno de colores vibrantes y juguetes interesantes.

Había bloques para construir torres altas, muñecos para jugar a las casitas y libros repletos de historias fantásticas.

Lorenzo soltó la mano de su mamá e inmediatamente se acercó a un grupo de niños que estaban jugando con plastilina en una mesa grande. "¡Hola! Soy Lorenzo", dijo tímidamente pero con entusiasmo. Los niños miraron hacia él y le devolvieron el saludo. "¡Hola Lorenzo! Yo soy Sofía", respondió una niña con trenzas y una sonrisa amigable.

Así, Lorenzo comenzó a hacer amigos rápidamente. Juntos exploraron todos los rincones del jardín, descubriendo nuevos juegos y aprendiendo cosas nuevas cada día. Un día, la señorita Ana les propuso a los niños hacer un experimento con agua y colores.

Les dio vasos transparentes llenos de agua y diferentes gotas de tinta para que las mezclaran. Los ojos de Lorenzo se iluminaron al ver cómo los colores se combinaban formando hermosas tonalidades.

Desde ese momento, Lorenzo se convirtió en el "experto en colores" del salón. Ayudaba a sus compañeros a crear mezclas sorprendentes y les contaba historias fantásticas sobre el origen de cada color. Pero no todo siempre era perfecto en el jardín.

Un día, mientras jugaban en el patio, Lorenzo tropezó y cayó al suelo. "¡Ay! Me duele", exclamó mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. La señorita Ana corrió hacia él para consolarlo. "Tranquilo, Lorenzo.

A veces nos caemos, pero lo importante es levantarnos y seguir adelante". Lorenzo asintió lentamente mientras secaba sus lágrimas con la manga de su remera. "Tienes razón", dijo con determinación.

Se levantó del suelo y volvió a jugar con sus amigos como si nada hubiera pasado. Los días pasaron volando en el jardín y llegó el último día antes de las vacaciones de verano. La señorita Ana organizó una fiesta sorpresa para despedirlos. "¡Felicidades, niños! Han aprendido y crecido mucho este año.

Estoy muy orgullosa de todos ustedes", dijo emocionada. Lorenzo miró a sus amigos y sonrió. Su tiempo en el jardín había sido una experiencia inolvidable, llena de risas, juegos y aprendizaje.

"¡Gracias por todo, señorita Ana! ¡Nos vemos el próximo año!", exclamó mientras abrazaba a su maestra. Y así, Lorenzo dejó el jardín con un corazón lleno de alegría y la certeza de que siempre habría nuevos lugares por descubrir y amigos por hacer.

El mundo estaba lleno de colores esperando ser mezclados para crear momentos mágicos e inolvidables.

FIN.

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