El jardín de los amigos mágicos


Había una vez en un bosque encantado, una foca llamada Ramona y un gusano muy curioso llamado don Gusano. A pesar de ser tan distintos en cuanto a su apariencia, eran los mejores amigos y les encantaba explorar juntos.

Un día soleado, Ramona y don Gusano decidieron aventurarse más allá del bosque y descubrieron un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores y tamaños. Estaban maravillados por la belleza que tenían frente a ellos.

"¡Oh, qué maravilla es este lugar! ¡Las flores son tan bonitas!", exclamó Ramona emocionada. "Sí, es increíble. Nunca había visto algo así", respondió don Gusano asombrado. Decidieron recorrer el jardín juntos, disfrutando cada paso que daban entre las flores perfumadas.

De repente, escucharon un suave llanto proveniente de un rincón del jardín. Se acercaron con curiosidad y encontraron a una pequeña mariquita llorando desconsoladamente. "¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?", preguntó preocupada Ramona.

La mariquita levantó la mirada entre sollozos y les explicó que se sentía sola porque no tenía amigos con quien jugar en el jardín. Ramona y don Gusano intercambiaron miradas cómplices y sin dudarlo le ofrecieron ser sus amigos.

"¡No llores más! Nosotros podemos ser tus amigos", dijo don Gusano con una sonrisa amigable. La mariquita se secó las lágrimas y comenzaron a jugar todos juntos por el jardín.

Descubrieron nuevos rincones, se contaron historias divertidas e incluso organizaron una fiesta improvisada con las flores como invitadas especiales. Con el correr de las horas, la tristeza de la mariquita se convirtió en alegría gracias a la compañía de sus nuevos amigos.

Al atardecer, cuando el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, se despidieron prometiendo volver al día siguiente para seguir compartiendo momentos inolvidables juntos.

Ramona, don Gusano y la mariquita aprendieron que la verdadera amistad no entiende de diferencias ni apariencias, sino que se basa en estar presentes para alegrar el corazón del otro en los momentos difíciles.

Y así, entre risas y juegos, siguieron explorando nuevos lugares llenos de aventuras por descubrir en ese mágico jardín donde habían encontrado algo aún más valioso que cualquier tesoro: la amistad sincera.

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