El Jardín de los Colores



Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un hermoso barrio lleno de árboles y flores. Lucas era un chico muy querido por su familia, que lo cuidaba y protegía con todo su amor. Siempre que estaba triste o tenía un mal día en la escuela, su mamá, a quien le encantaba pintar, llenaba su habitación de colores.

Un día, después de un largo día de clases, Lucas volvió a casa con el alma un poco pesadita.

"¿Qué te pasa, Lucas? Te veo con la cabeza gacha" - le dijo su mamá, mientras le acariciaba el cabello.

"Hoy en el patio, los chicos no quisieron jugar conmigo" - respondió Lucas con un susurro, mientras miraba la mesa llena de pinceles y tubos de pintura.

Su mamá sonrió y le dijo: "¿Sabés qué? Hoy es un buen día para crear nuestro propio jardín de colores. Vamos a pintar!"

Lucas sacó un lienzo y juntos comenzaron a mezclar colores. Su mamá le contó que el amor de una familia no se medía por la cantidad de miembros, sino por la calidez que compartían.

"A veces, cuando pintamos, podemos crear cosas hermosas, igual que en una familia. A veces somos solo mamá y yo, pero eso no cambia el amor que siento por vos" - decía su mamá mientras pasaba un pincel lleno de colores brillantes por el lienzo.

Lucas sonrió mientras los colores se mezclaban, y de repente, tuvo una idea. "¡Y si hacemos algo especial para los chicos del barrio!" - exclamó emocionado.

"Me parece genial, Lucas!" - respondió su mamá, entusiasmada. "Podemos preparar una exposición de arte en el parque!"

Así fue como Lucas, con ayuda de su mamá, hizo carteles y reunió a sus amigos. Pero había un problema. Algunos chicos no eran muy amigables.

"No creo que a ellos les guste nuestro arte, mamá" - dijo Lucas, inseguro.

"No te preocupes. A veces, las personas solo necesitan conocer todo lo increíble que podemos hacer con amor. Vamos a invitar a todos a unirse" - le contestó su mamá.

Así, entregaron las invitaciones a todos los niños del barrio y organizaron la exposición. El gran día llegó y el parque se llenó de risas, colores y alegría. Lucas estaba nervioso, pero al ver que todos miraban con admiración sus pinturas, se sintió más seguro.

De repente, un grupo de chicos que antes habían sido indiferentes se acercó.

"¿Hiciste esto vos?" - dijo uno de los niños, mirando sorprendido.

"Sí! Junto a mi mamá, que es la mejor artista del mundo" - dijo Lucas, con una gran sonrisa.

"Es increíble, me encanta!" - dijo otro niño.

Lucas no podía creer lo que escuchaba. "¿Quieren venir a pintar?" - preguntó con entusiasmo.

Y así, esos niños que parecían distantes se unieron a Lucas y su mamá. El parque se convirtió en un verdadero jardín de colores, lleno de risas, juegos y amistades.

A partir de ese día, Lucas se dio cuenta de que no importaba cómo estaba formada su familia. Lo que verdaderamente contaba era el amor y el apoyo incondicional que siempre tenía. Su mamá le enseñó que cada hogar, ya sea pequeño o grande, puede ser un lugar mágico si hay amor en él.

Y así, cada vez que alguien hacía una nueva pintura, podía ver cómo el amor siempre podía transformar el mundo que los rodeaba en un lugar brillante y lleno de color.

FIN.

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