El Jardín de los Colores
En un pequeño pueblo llamado Arcoiris, vivía una niña llamada Sofía. Ella amaba la naturaleza y pasaba horas jugando en el jardín de su abuela, donde crecían las flores más hermosas y coloridas que uno pudiera imaginar. Un día, mientras exploraba entre las flores, encontró una semillita muy extraña, diferente a todas las que había visto antes.
Sofía: "¿Qué será esto? Nunca vi una semilla de este color. ¡Voy a plantarla!"
Decidida, Sofía llevó la semillita a su casa y la plantó en un pequeño macetero. La cuidó todos los días, regándola y dándole amor. Tras varios días de espera, la semilla empezó a brotar. Pero algo raro sucedió: cada mañana, la planta cambiaba de color.
Sofía: "¡Mirá abuela! La planta es roja hoy, pero ayer era azul. ¿Por qué cambia de color?"
Abuela: "Quizás es una planta mágica. ¡Eso sería muy especial! Pero recuerda, a veces lo mágico puede traer sorpresas."
Sofía estaba emocionada y continuó cuidando de su planta mágica. Sin embargo, un día, llegó su amigo Lucas, quien también amaba las plantas.
Lucas: "¿Qué planta tenés ahí, Sofía?"
Sofía: "Es una planta mágica que cambia de color. ¡Mirá! Ahora es verde."
Lucas: "¿Puedo tocarla?"
Sofía dudó, pero luego le dijo:
Sofía: "Bueno, pero ten cuidado. Puede ser un poco delicada."
Lucas tocó la planta suavemente, y de repente, la planta comenzó a brillar intensamente. Sofía y Lucas se asustaron un poco, pero además estaban fascinados. De pronto, de la planta salieron pequeñas luces que empezaron a volar alrededor de ellos.
Sofía: "¡Wow! ¡Mirá eso! Son como pequeñas luciérnagas."
Lucas: "Esto es increíble. ¿Qué crees que pasará si las seguimos?"
Los dos decidieron seguir a las luces que los llevaron hacia un bosque cercano que nunca habían explorado. El bosque era mágico, lleno de árboles altos y flores luminosas. Sobre todo, era un lugar donde cada color era más vibrante que el anterior.
Sofía: "Este lugar es hermoso. Creo que nunca había visto algo así."
Lucas: "Es como si la naturaleza estuviera celebrando algo."
De repente, las luces desaparecieron y se encontraron frente a un árbol muy grande, con un tronco ancho y ramas extendidas que parecían cubrir el cielo.
Sofía: "¿Qué será este árbol tan enorme?"
Lucas: "Quizás allí podamos encontrar más respuestas sobre nuestro viaje."
Al acercarse, notaron que en la base del árbol había un orificio que parecía un pequeño pasadizo. Con un poco de nervios, decidieron entrar. Dentro, descubrieron un mundo lleno de criaturas que nunca habían visto: mariposas con alas de colores brillantes, pájaros que podían cantar melodías hermosas y pequeños duendes que se reían mientras jugaban entre las flores.
Duende: "¡Bienvenidos, amigos! Hemos estado esperando por ustedes. Esta planta es muy especial y solo florece en la compañía de quienes tienen un corazón puro."
Sofía: "¿Nosotros? ¿Por qué?"
Duende: "Porque valoro la amistad y el cuidado que le han dado a la planta. Gracias a ustedes, hemos podido celebrar nuestra fiesta de colores. ¡Ayúdennos a hacer las flores brillar aún más!"
Sofía y Lucas se sintieron emocionados y aceptaron ayudar. Juntos, comenzaron a danzar y a jugar con las criaturas del bosque, llenando el aire con risas y alegría. Las flores comenzaron a brillar con más fuerza, y el bosque entero se llenó de colores vibrantes, creando una sinfonía de luz y sonido.
Finalmente, cuando la fiesta terminó, los duendes les dieron un regalo especial: una pequeña semilla dorada.
Duende: "Esta semilla siempre recordará su amistad y la magia que han traído a nuestro mundo. Cuando crezca, se volverá un símbolo de su unión."
Sofía y Lucas regresaron a su hogar con el corazón lleno de alegría y la semilla dorada en sus manos. Plantaron la semilla en el jardín de Sofía, y con el tiempo, creció un árbol especial que siempre traía más colores y magia a su vida.
Y así, Sofía y Lucas aprendieron que el amor por la naturaleza y la amistad son las semillas que pueden crear un mundo lleno de maravillas.
FIN.