El Jardín de los Colores
En un tranquilo pueblo llamado Arcoíris, donde cada casa tenía un color diferente y todo parecía perfecto, vivía un grupo de niños alegres. Cada uno representaba un color distinto: Rojo, Azul, Verde y Amarillo. Todos compartían risas y aventuras, hasta que un día, un nuevo niño llamado Gris llegó al pueblo.
Gris era diferente. A menudo se lo veía cabizbajo y distante. Al llegar, se notó que no encajaba con los demás. No sólo era un color apagado, sino que también traía consigo un aire de desconfianza y rencor hacia los demás.
Los niños, intrigados y algo asustados, comenzaron a murmurar sobre él.
"¿Por qué no se viste de colores como nosotros?" - decía Azul, mirándolo con desdén.
"Seguramente no le gusta jugar. ¡Qué tristeza!" - añadió Verde, tocándose su sombrero brillante.
Con el tiempo, el grupo empezó a evitarlo por completo. Siempre se apartaban cuando él se acercaba. Pero un día, mientras estaban jugando en el parque, una fuerte tormenta se desató. El cielo se oscureció y el viento comenzó a soplar con fuerza. Todos los niños corrieron hacia sus casas, mientras que Gris, desprotegido y solitario, luchaba contra las ráfagas que lo empujaban.
Al verlo, Amarillo, que siempre había sido el más valiente del grupo, se detuvo y gritó:
"¡Esperen! ¡No podemos dejarlo solo!"
Los demás niños se miraron con incertidumbre.
"¿Por qué deberíamos ayudarlo?" - preguntó Rojo.
"Porque no está bien dejar a nadie en la tormenta. ¡Es nuestra oportunidad de mostrarle que aquí todos somos amigos!" - respondió Amarillo con determinación.
Entonces, juntos, decidieron rescatar a Gris. Al llegar, le extendieron la mano.
"¡Ven con nosotros! No estás solo. ¡Te ayudaremos!" - le dijeron.
A regañadientes, Gris aceptó la ayuda, y una vez a salvo, los niños se refugiaron en una cueva cercana. El viento seguía aullando afuera, pero dentro de la cueva, los niños comenzaron a hablar.
"¿Por qué te apartaste de nosotros?" - preguntó Verde, suavemente.
"No me siento como ustedes. Siempre me he sentido diferente. Ustedes son tan brillantes y felices, y yo... yo sólo soy Gris" - contestó Gris, arrugando su nariz.
Amarillo sonrió y le dijo:
"Pero todos tenemos colores en nuestro interior. No necesitamos ser iguales para ser amigos. Mira, en el arcoíris, cada color es importante para hacer la belleza del todo."
Gris miró a los demás y en su corazón, sintió algo que nunca había sentido antes: aceptación.
"¿De verdad puedo ser parte de su grupo?" - preguntó, con una pizca de esperanza.
"Por supuesto! Solo necesitas ser tú mismo" - contestó Azul alegremente.
La tormenta pasó, y cuando salieron de la cueva, el cielo se despejó y un arcoíris deslumbrante apareció. Todos los colores brillaban con fuerza, pero para Gris, ese arcoíris tenía una belleza especial.
Ese día, Gris comprendió que no importaba su color, sino su voluntad de unirse y ser parte de algo más grande. Los niños decidieron que a partir de ese momento, trabajarían juntos en una obra de arte gigante para el parque que reflejara la diversidad.
Durante semanas, los niños pintaron, cortaron y diseñaron una hermosa imagen del arcoíris. Gris fue el principal ayudante, descubriendo su propio estilo artístico y, sobre todo, disfrutando la compañía de sus nuevos amigos.
Finalmente, el día de la inauguración llegó. Cuando destaparon el mural, todos los personajes del pueblo, grandes y chicos, se reunieron para admirar la obra maestra. La pintura no solo mostraba un arcoíris, sino que también incluía a todos los niños del pueblo, representando sus colores y diversidad.
"Gracias por dejarme ser parte de esto!" - exclamó Gris.
"Gracias a vos por ser quien sos. Sin tu gris, esto no habría sido lo mismo" - agregó Rojo con una gran sonrisa.
Desde entonces, en Arcoíris, aprendieron que todas las diferencias son valiosas y que la amistad y el respeto son los colores que realmente importan.
FIN.