El jardín de los corazones especiales


Había una vez en un jardín de infantes muy especial, donde los niños eran regalados con dones del espíritu santo. Cada niño tenía una cualidad única que los hacía especiales y diferentes entre sí.

En este jardín de infantes, había tres amigos muy cercanos: Sofía, Mateo y Valentina. Sofía tenía el don de la empatía, siempre estaba dispuesta a escuchar a sus amigos y ayudarlos cuando lo necesitaban.

Mateo poseía el don de la creatividad, podía inventar historias increíbles y dibujar como un verdadero artista. Y Valentina tenía el don del optimismo, siempre veía el lado positivo de las cosas y contagiaba alegría a todos a su alrededor.

Un día, la maestra les propuso a los niños hacer un proyecto especial para decorar el salón con motivos de amor. Los tres amigos se emocionaron ante la idea y comenzaron a planificar cómo llevarlo a cabo. "Podríamos hacer corazones gigantes con mensajes bonitos", sugirió Sofía.

"¡Y también podemos pintar arcoíris que representen nuestra amistad!", exclamó Mateo emocionado. "¡Y no nos olvidemos de las flores! Ellas simbolizan el cariño que sentimos los unos por los otros", agregó Valentina sonriente.

Los tres amigos trabajaron juntos durante días, poniendo todo su amor y dedicación en cada detalle del proyecto. Finalmente, llegó el día en que debían presentarlo ante toda la clase.

Cuando los demás niños vieron la hermosa decoración llena de corazones, arcoíris y flores, quedaron maravillados. Pero lo más sorprendente fue ver reflejado en esos elementos el verdadero significado del amor entre amigos: empatía para comprenderse mutuamente, creatividad para disfrutar juntos momentos únicos e optimismo para enfrentar cualquier desafío con alegría.

La maestra felicitó a Sofía, Mateo y Valentina por su maravilloso trabajo y les dijo:"Ustedes tres tienen algo muy especial que los distingue: tienen el don del amor verdadero entre amigos. Nunca pierdan esa conexión tan hermosa que comparten".

Desde ese día en adelante, Sofía, Mateo y Valentina continuaron siendo inseparables, demostrando que cuando se cultiva la amistad con sinceridad y generosidad, se pueden lograr grandes cosas llenas de amor.

Y así fue como en ese pequeño jardín de infantes donde Jesús había donado sus bendiciones especiales a cada niño, tres pequeños amigos descubrieron que el mayor regalo era tenerse mutuamente con todo su amor incondicional.

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