El Jardín de los Deseos



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Sonrisas, un jardín mágico que se decía que cumplía deseos. Este jardín era cuidado por una anciana llamada Doña Pura, que tenía un don especial para hacer sonreír a los niños. Todos los días, los pequeños visitaban el jardín solo para escuchar las historias que Doña Pura contaba mientras regaba las flores.

Un día, una niña llamada Luna se acercó al jardín con la mirada triste. Tenía 8 años y había perdido a su querido perro, Chispa.

"¿Por qué estás tan triste, Luna?" - preguntó Doña Pura mientras acariciaba una rosa.

"He perdido a Chispa y no sé si alguna vez volveré a verlo" - respondió Luna con lágrimas en los ojos.

Doña Pura sonrió comprensiva.

"Hay un lugar en este jardín donde los deseos cobran vida. Si deseas encontrar a Chispa, tal vez puedas ir allí".

Luna se llenó de esperanza.

"¿Dónde está ese lugar?" - preguntó emocionada.

"Sigue el sendero de las flores amarillas hasta llegar al árbol más antiguo".

Luna, animada, siguió las indicaciones. Al llegar al árbol, allí encontró un pequeño arca de madera cubierta de brillantes flores. Con un nudo en el estómago, abrió el arca y encontró una semilla dorada.

"¿Cuál es el deseo que tienes en tu corazón?" - resonó una voz mágica desde el árbol.

Luna, con voz temblorosa, dijo:

"Deseo volver a ver a Chispa".

La semilla comenzó a brillar y, en un momento, Chispa apareció corriendo hacia ella, lleno de felicidad.

"¡Luna! ¡Te he extrañado tanto!" - ladró Chispa, moviendo la cola.

"¡Chispa, estás aquí!" - gritó la niña mientras lo abrazaba.

Sin embargo, el encuentro no duró para siempre. Doña Pura, al ver lo que ocurría, se acercó y le dijo a Luna:

"Recuerda, los encuentros son bellos, pero también son breves. Chispa no puede quedarse por siempre, él quiere que tú seas feliz en este mundo".

Luna sintió una punzada en el corazón al escuchar esto.

"¿Por qué no puedo quedarme con él?" - preguntó.

"Porque el amor verdadero también implica dejar ir. A veces, los seres que amamos quieren que recordemos los buenos momentos juntos, en lugar de atarnos".

Luna entendió lo que Doña Pura decía. Miró a Chispa una vez más y le dijo:

"Siempre estarás en mi corazón, amigo. Nunca te olvidaré".

Y con eso, lentamente, Chispa comenzó a desvanecerse, aunque su cola seguía moviéndose hasta el último momento.

"Te quiero, Luna. Siempre estaré contigo" - dijo Chispa, hasta que desapareció por completo.

Luna regresó a casa con el corazón aún un poquito roto, pero con una nueva comprensión del amor.✿

Pasaron los días, y aunque extrañaba a su amigo, comenzó a hallar alegría en recordar los momentos vividos. Decidió plantar un pequeño jardín en su patio en honor a Chispa.

Con la ayuda de Doña Pura, Luna plantó flores amarillas - las mismas que llevaron al árbol mágico.

"Estos son tus recuerdos, Luna. Cada vez que las mires, recuerda la alegría que Chispa trajo a tu vida" - le dijo Doña Pura mientras les daba agua.

Así, gracias a la magia del jardín y a su inquebrantable amor por Chispa, Luna aprendió sobre el valor de los recuerdos y la importancia de dejar ir. Al tiempo, el jardín se convirtió en un lugar donde los niños del pueblo venían a recordar a sus mascotas, a sus abuelos y a todos los que habían amado.

"Siempre hay amor donde hay recuerdos" - solía decir Luna, con una sonrisa radiante cada vez que alguien le contaba su historia.

Y así, en el Jardín de los Deseos, las flores nunca dejaron de florecer, porque cada rayo de sol traía consigo una nueva historia que contar, una nueva sonrisa que regalar.

FIN.

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