El jardín de los dinosaurios valientes


Había una vez un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores y tamaños. Pero este no era un jardín común y corriente, ¡no señor! En este jardín vivían dinosaurios que cuidaban y protegían las flores.

Los dinosaurios eran amigables y juguetones, pero tenían un problema: le tenían miedo a los fantasmas. Cada vez que veían algo moverse en la oscuridad, se asustaban y corrían a esconderse entre las hojas de los árboles.

Un día soleado, el Sol decidió visitar el jardín para conocer a los dinosaurios. El Sol era muy valiente y quería ayudarlos a superar su miedo a los fantasmas.

Al llegar al jardín, el Sol encontró a Triceratops, uno de los dinosaurios más grandes del lugar. Le preguntó por qué tenían tanto miedo de los fantasmas. "Es que nos da mucho susto ver sombras moviéndose cuando anochece", respondió Triceratops temblando.

El Sol sonrió con ternura y dijo: "No te preocupes, yo puedo iluminar todo el jardín durante la noche para que no haya sombras". Y así lo hizo. Cuando llegó la noche, el Sol brillaba tan fuerte que no había ninguna oscuridad ni sombra en el jardín.

Los dinosaurios se sintieron aliviados al ver cómo desaparecía su mayor temor. Ya no había nada que les diera miedo en la noche gracias al sol radiante.

Pero entonces apareció un nuevo problema: las flores comenzaron a marchitarse por la falta de oscuridad. Las flores necesitaban descansar durante la noche para crecer y estar hermosas al día siguiente. Los dinosaurios se preocuparon mucho por las flores y le pidieron ayuda al Sol nuevamente.

"¡Sol, necesitamos que los fantasmas vuelvan!", exclamó Triceratops angustiado. El Sol les explicó que no podía hacer eso, pero se le ocurrió una idea brillante.

Les dijo a los dinosaurios que podría crear luces suaves y cálidas en el jardín durante la noche, para que las flores pudieran descansar sin dejar de recibir luz. Así fue como el jardín se llenó de pequeñas luciérnagas luminosas que iluminaban suavemente cada rincón.

Los dinosaurios y las flores estaban felices porque ya no tenían miedo a los fantasmas y las flores podían descansar tranquilas durante la noche. Desde ese día, el jardín de flores dinosaurios fue un lugar lleno de alegría y color.

Los dinosaurios aprendieron a superar sus miedos gracias al sol valiente y creativo, mientras que las flores recibían todo el amor y cuidado necesario para crecer fuertes y hermosas.

Y así, este maravilloso jardín se convirtió en un ejemplo de cómo enfrentar nuestros temores con valentía e ingenio, recordándonos siempre que incluso en la oscuridad más profunda siempre habrá una luz dispuesta a ayudarnos.

Dirección del Cuentito copiada!