El jardín de los duendes y las hadas



En un hermoso bosque lleno de flores de colores brillantes y árboles que parecían tocar el cielo, vivían pequeños duendes y hadas. Los duendes eran traviesos y les encantaba jugar, mientras que las hadas, con sus alas brillantes, estaban siempre ocupadas cuidando las plantas y ayudando a que florecieran.

Un día, el duende llamado Pipo decidió que era hora de hacer una travesura. "¡Hoy voy a ocultar todos los polvos mágicos de las hadas!"- dijo con una risa pícara. Pipo sabía que sin su polvo, las hadas no podían hacer que las flores crecieran.

Mientras Pipo estaba en su travesura, la hada llamada Lila volaba cerca. "¡Pipo, no hagas eso!"- le dijo, preocupada. "Las flores necesitan nuestro polvo para florecer. Si no lo hacemos, el bosque se volverá triste y gris."

Pipo se detuvo por un momento y pensó en lo que Lila decía. "Pero es tan divertido verlas buscar sus cosas y no pueden volar sin mi ayuda. Eso es más divertido, ¿no?"-

Lila suspiró y explicó "Claro que es divertido, pero también es importante ayudar a los demás. Además, si el bosque se llena de tristeza, ¿dónde quedará nuestra diversión?"-

Pero Pipo no la escuchó completamente. "¡Solo un ratito más!"- decidió seguir jugando. Y así, comenzó a esconder el polvo mágico en lugares difíciles de encontrar.

Al caer la tarde, las hadas comenzaron a buscar sus polvos, y poco a poco, el bosque comenzó a verse triste y apagado. Las flores que solían brillar en mil colores, se quedaron completamente pálidas.

"¡Pipo, ven aquí!"- gritó Lila, flotando en su búsqueda de polvo. "Esto no está bien. El bosque se está marchitando. ¡Ayúdame a encontrarlo!"

Finalmente, después de ver la tristeza en el rostro de las flores, y lo gris que se estaban volviendo los árboles, Pipo se sintió mal. "Tienes razón, Lila. No debería haber escondido los polvos."-

Sin pensarlo dos veces, Pipo decidió ayudar a Lila a buscar los polvos mágicos. "¿Dónde los has visto por última vez?"- preguntó, mientras se apresuraban por el bosque.

Las hadas, aunque estaban tristes, también se unieron a la búsqueda. Trabajaron juntos, riendo y disfrutando de cada momento, en equipo, crearían ese brillo necesario para el bosque. Durante su búsqueda, Pipo se dio cuenta de lo mucho que disfrutaba estar con sus amigos hadas.

Después de recorrer cada rincón del bosque, lograron encontrar el polvo mágico en un claro, escondido bajo una hoja grande.

"¡Lo encontramos!"- gritaron todos a la vez.

Pipo, emocionado, corrió hacia el polvo y exclamó "¡Vamos a hacer que el bosque vuelva a brillar!"-

Las hadas comenzaron a esparcir el polvo mágico por todas partes y, en cuestión de minutos, el bosque se llenó de colores vibrantes, los árboles recuperaron su energía y las flores comenzaron a bailar en el viento.

Lila se acercó a Pipo y le dio un abrazo. "Gracias por ayudarme, Pipo. Aprendimos algo importante hoy, ¿no?"-

Pipo sonrió y asentó. "Sí, ayudar a los demás también puede ser diversión. El bosque es nuestro hogar, y todos debemos cuidarlo juntos."-

Desde ese día, Pipo y Lila trabajaron juntos, cuidando el bosque y asegurándose de que siempre estuviera lleno de magia, color y alegría.

Y así, en el corazón del bosque, los duendes y las hadas se unieron en amistad, convirtiendo su hogar en el lugar más hermoso de todos, donde siempre había risas y magia por doquier.

Y los leggendas dicen que cuando un niño en el mundo humano sonríe al ver una flor florecer, una hada y un duende están juntos cuidando todo, recordando siempre a los pequeños el valor de la amistad y la importancia de ayudar a los demás.

FIN.

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