El Jardín de los Hermanos
. Un día, mientras jugaban en el jardín, encontraron una semilla muy pequeña.
Emma la tomó entre sus manos y dijo:- ¡Miren lo que encontré! ¿Qué será? Dante se acercó para verla mejor y dijo:- Parece una semilla de alguna planta. Eva, que era la más curiosa de los tres, preguntó:- ¿Podemos plantarla para ver qué crece? Los abuelos les prestaron una maceta y tierra para plantar la semilla.
Los niños la cuidaron con mucho cariño y agua todos los días. Pasaba el tiempo y nada parecía crecer. Los niños empezaban a desanimarse. Un día, cuando iban de visita a casa de los abuelos nuevamente, notaron algo diferente en su maceta.
Una pequeña hoja había salido de la tierra. - ¡Miren! -exclamó Emma-. Nuestra planta está creciendo. Los tres hermanos estaban tan emocionados que comenzaron a cuidarla aún más.
Regaban la planta todos los días e incluso le hablaban para motivarla a seguir creciendo. Pero un día, cuando llegaron a casa de los abuelos, descubrieron que su planta estaba marchita y triste. - ¿Qué le pasó? -preguntó Eva preocupada.
Los abuelos les explicaron que tal vez le habían dado demasiada agua o no suficiente sol. Pero les dijeron algo muy importante: "La vida es así, hay momentos buenos y malos". Los niños entendieron que debían aprender a aceptar las cosas como son y seguir adelante.
Así que decidieron plantar otra semilla en honor a su primera planta y continuar cuidándola con amor. Con el tiempo, la nueva planta creció fuerte y hermosa.
Los niños aprendieron que a veces las cosas no salen como esperamos, pero siempre podemos intentarlo de nuevo y hacerlo mejor. Desde ese día, Emma, Dante y Eva se convirtieron en expertos jardineros. Cuidaban todas las plantas de la casa de los abuelos con mucho amor y dedicación.
Y cada vez que veían una flor o un árbol crecer, recordaban lo importante que era tener paciencia y perseverancia para lograr nuestras metas.
FIN.