El jardín de los mellizos mágicos



Había una vez un jardín maternal muy especial, donde los niños y niñas aprendían y jugaban felices todos los días. En este jardín maternal trabajaban las seño Bibiana y Gimnasio, dos maestras llenas de energía y creatividad.

Una mañana soleada, los mellizos Lautaro y Sofía llegaron al jardín maternal junto a sus papás. Estaban emocionados por pasar el día con sus amigos y aprender nuevas cosas.

Al entrar al salón, se encontraron con una sorpresa: ¡había un gran rompecabezas en el suelo! - ¡Miren! -exclamó Lautaro señalando el rompecabezas-. ¿Podemos armarlo? - Por supuesto -respondió la seño Bibiana con una sonrisa-. Pero primero necesitamos descubrir qué imagen esconde este rompecabezas.

Los niños se acercaron al rompecabezas y comenzaron a observar detenidamente las piezas. Cada uno tenía un pedacito de la imagen final, pero nadie sabía cómo encajaban todas juntas. - Vamos a trabajar en equipo para resolver esto -dijo la seño Gimnasio-.

Recuerden que cuando trabajamos juntos, podemos lograr grandes cosas. Lautaro y Sofía asintieron emocionados mientras otros niños del grupo también se sumaban al desafío del rompecabezas.

Todos empezaron a buscar piezas que tuvieran colores o formas similares para tratar de armar algo coherente. Después de unos minutos de trabajo duro, uno de los niños encontró una pieza clave que ayudó a descubrir qué imagen estaban armando. Era un trozo del cielo azul con un rayo de sol.

- ¡Es un jardín lleno de flores! -exclamó Sofía emocionada-. ¡Vamos a armar un hermoso jardín! Los niños se entusiasmaron aún más y comenzaron a buscar las piezas que representaban las flores, el pasto y los animalitos.

Poco a poco, el rompecabezas empezó a tomar forma y todos estaban ansiosos por ver cómo quedaba completo. Finalmente, después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron armar el rompecabezas por completo.

La imagen mostraba un jardín mágico lleno de colores vibrantes, donde las mariposas revoloteaban entre las flores y los pájaros cantaban melodías alegres. - ¡Lo hicimos! -gritó Lautaro emocionado-. ¡Armamos nuestro propio jardín! Las seño Bibiana y Gimnasio aplaudieron orgullosas mientras los niños celebraban su logro.

Pero la sorpresa no había terminado todavía. De repente, una puerta secreta se abrió en una pared del salón y reveló un verdadero jardín al aire libre. - ¡Esperen chicos! -dijo la seño Bibiana con una sonrisa-.

Ahora vamos a llevar nuestro jardín al mundo real. Los niños salieron corriendo hacia el verdadero jardín maternal y comenzaron a plantar semillas de flores en macetas coloridas. Regaron sus plantitas todos los días y cuidaron de ellas con mucho amor.

Poco tiempo después, el patio del jardín maternal estaba lleno de hermosas flores que los niños habían cultivado.

El jardín se convirtió en un lugar aún más mágico, donde los niños podían jugar rodeados de la belleza de la naturaleza. Desde aquel día, Lautaro y Sofía aprendieron una valiosa lección: cuando trabajamos en equipo, podemos lograr cosas maravillosas. Además, descubrieron el poder del cuidado y el amor hacia la naturaleza.

Y así, todos los días en el jardín maternal con las seño Bibiana y Gimnasio los mellis, los niños aprendían y jugaban felices mientras su hermoso jardín florecía más y más.

FIN.

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