El Jardín de los Recuerdos


Había una vez una niña llamada Elena, que vivía en una pequeña casa rodeada de un hermoso jardín lleno de flores y árboles.

A Elena le encantaba jugar al aire libre y siempre tenía a su lado a su querido pajarito, al que había llamado Trino. Trino era un pajarito muy especial. Tenía plumas de colores brillantes y un canto melodioso que alegraba los días de Elena.

Juntos jugaban todo el tiempo, se contaban secretos y volaban por el jardín como dos grandes amigos. Un día soleado, mientras jugaban cerca de la fuente del jardín, Trino decidió explorar más allá de los límites del hogar de Elena.

Voló tan alto que desapareció entre las nubes blancas del cielo azul. Al darse cuenta de que su amiguito había desaparecido, Elena sintió un gran vacío en su corazón. Los días pasaron y la tristeza no abandonaba a Elena.

No entendía qué le pasaba ni por qué sentía tanto dolor dentro de ella. Un día, su mamá notó la tristeza en sus ojos y decidió hablar con ella para ayudarla a entender lo que estaba ocurriendo.

"Elena, ¿qué te pasa? Veo tus ojitos tristes", dijo mamá con ternura. "Mamá, extraño tanto a Trino. No sé dónde está ni si volveré a verlo algún día", respondió Elena con lágrimas en sus mejillas.

Mamá abrazó a Elena con amor y comenzó a explicarle lo que había pasado:"Mi dulce niña, cuando alguien que amamos mucho se va, es normal sentir tristeza. Trino ha volado tan alto que ahora está en el cielo.

Ahí, entre las nubes y las estrellas, él seguirá cantando y alegrando los corazones de todos". Elena escuchaba atentamente las palabras de su mamá y aunque le dolía aceptar la pérdida de Trino, poco a poco comenzó a comprender que su pajarito estaba en un lugar especial.

"¿En serio mamá? ¿Trino está en el cielo?", preguntó Elena con curiosidad. "Sí, mi amor. Aunque no podamos verlo ni tocarlo, siempre estará presente en nuestros corazones", respondió mamá con una sonrisa reconfortante.

A partir de ese momento, Elena decidió recordar a Trino con alegría y gratitud por todos los momentos felices que habían compartido juntos. Cada vez que veía un pájaro volar alto en el cielo azul, sabía que era Trino enviándole un mensaje desde el cielo.

Con el paso del tiempo, Elena aprendió a valorar aún más la belleza de la naturaleza y a cuidar de los animales como lo había hecho con Trino.

Además, descubrió nuevos amigos alrededor del jardín: mariposas coloridas que bailaban entre las flores y abejas trabajadoras zumbando cerca de ella. La tristeza se fue transformando en una dulce melancolía cada vez que pensaba en Trino. Y aunque seguía extrañándolo mucho, sabía que su amiguito siempre estaría junto a ella en espíritu.

Y así continuó la historia de Elena y su amado pajarito Trino, recordándolo con amor y alegría en cada rincón de su corazón. Porque aunque las despedidas duelen, siempre hay un lugar especial donde los recuerdos se convierten en eternos compañeros.

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