El jardín de los recuerdos



Había una vez un niño llamado Jesús que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Aunque era muy joven, Jesús tenía una gran responsabilidad: cuidar a su querida abuela, quien había sido diagnosticada con una condición llamada —"olviditis" .

La abuela de Jesús solía ser una mujer muy activa y llena de energía. Pasaban horas juntos jugando, riendo y contándose historias. Pero desde que la enfermedad comenzó a afectarla, la abuela ya no recordaba las cosas como antes.

Jesús se preocupaba mucho por su abuela y hacía todo lo posible para hacerla sentir bien. Un día, mientras jugaban en el parque, la abuela olvidó cómo regresar a casa. Jesús decidió tomar acción y llevarla de vuelta.

En el camino a casa, Jesús notó algo extraño en el camino habitual. Había un sendero secreto que nunca antes había explorado. Decidió seguirlo con su abuela para descubrir adonde los llevaría.

Caminaron durante un buen rato hasta que llegaron a un hermoso jardín lleno de flores coloridas y árboles frondosos. Parecía sacado de un cuento de hadas. "¡Mira, abuelita! ¡Es tan bonito aquí!", exclamó Jesús emocionado.

La abuela sonrió sin entender del todo lo que estaba pasando, pero disfrutando del momento junto a su nieto. A medida que continuaban explorando el jardín mágico, encontraron una caja antigua debajo de un árbol enorme.

Dentro de ella había fotografías antiguas y cartas escritas por la abuela cuando era joven. Jesús comenzó a leer las cartas en voz alta, compartiendo con su abuela los momentos felices que había vivido. La abuela parecía escuchar atentamente y poco a poco recordaba algunos de esos momentos especiales.

"¡Recuerdo ese día en el lago! ¡Fue tan divertido!", exclamó la abuela emocionada. Jesús se dio cuenta de que esas cartas eran como una ventana al pasado, un tesoro lleno de recuerdos preciosos para su abuela.

Decidió llevarlas siempre consigo para ayudarla a recordar. A partir de ese día, Jesús y su abuela visitaban el jardín mágico todos los días. Leían las cartas juntos, compartían risas y creaban nuevos recuerdos maravillosos.

Con el tiempo, Jesús notó algo increíble: cada vez que volvían del jardín mágico, la abuela recordaba más cosas sobre su vida. Aunque aún tenía dificultades con la memoria diaria, los recuerdos del pasado se volvieron más vívidos gracias a esos momentos especiales en el jardín.

La historia de Jesús y su abuela demostró que el amor y la dedicación pueden superar cualquier obstáculo. Aunque su abuela tenía —"olviditis" , nunca dejaron que eso les impidiera disfrutar de cada momento juntos.

Y así, Jesús aprendió una valiosa lección: aunque las personas puedan olvidar algunas cosas importantes en sus vidas, siempre hay formas creativas e inspiradoras para mantener vivo el espíritu lleno de amor y alegría.

FIN.

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