El jardín de los sentidos



Cuando era niño, recuerdo un verano caluroso que pasé en la casa de mis abuelos en el campo. El aroma a tierra húmeda, mezclado con el perfume de las flores, era un abrazo cálido que me envolvía cada vez que salía al jardín. Coría descalzo sobre el césped, sintiendo la frescura del rocío en mis pies y la suave textura de la hierba entre mis dedos. Mi abuela siempre me llamaba desde la cocina, preparando sus famosas galletitas de limón. El olor dulce y ácido se filtraba por la ventana, y no podía resistirme a entrar. Una vez dentro, la mezcla de sabores se hacía casi palpable. "¡Probá algunas, son para vos!", me decía con una sonrisa. Su abrazo tenía el mismo sabor que esas galletitas, dulce y generoso. Así pasé aquellos días, disfrutando de cada bocado y cada rayo de sol.

Ahora, cada vez que cierro los ojos, puedo volver a esos momentos en el jardín. La sensación del viento suave acariciando mi piel es casi como si estuviera ahí nuevamente. Entre risas y juegos, descubrí que los pequeños placeres de la vida se encontraban en cada rincón: en el crujir de las hojas bajo mis pies, en el zumbido de las abejas cargadas de polen, en ese primer sorbo de limonada bien fría que mi abuelo siempre preparaba para mí. "El secreto está en las limones frescos", me decía mientras escondía un par de limones en su delantal, y yo reía mientras los ayudaba a exprimirse, disfrutando del ácido en mis labios.

En el futuro, planeo llevar a mis propios hijos a ese mismo jardín. Quiero que ellos experimenten la fragancia de las flores y el sabor de la cocina de su abuela, que corran descalzos y sientan la alegría de esa tierra rica y colorida. Estaré allí para recordarles que cada pedacito de tierra tiene una historia, que cada aroma cuenta un cuento, y que, a veces, los sabores más simples pueden ser los más especiales. "¿Vieron estas galletitas?", les diré, mientras los miro con el mismo amor con el que miraba a mi abuela. Porque en la vida hay un jardín de sentidos esperando ser explorado y compartido, y espero que ellos se llenen de alegría como yo me llené de amor en mi niñez.

FIN.

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