El Jardín de los Sentimientos
En un pequeño pueblo, había una Niña pequeña llamada Lila. Un día soleado, mientras jugaba en el parque, Lila se sintió triste y comenzó a llorar.
"¿Por qué lloras, Lila?" - le preguntó un niño llamado Tomás, que estaba jugando con una pelota.
"No sé, simplemente me siento rara y no tengo ganas de jugar" - respondió Lila, con los ojos llenos de lágrimas.
Tomás se sentó a su lado y le ofreció su pelota.
"¡Quizás jugar un rato te haga sentir mejor!" - dijo Tomás, sonriendo.
Pero Lila solo sacudió la cabeza. En ese momento, una mariposa de colores brillantes se posó cerca de ella.
"Mira, una mariposa!" - exclamó Tomás. Lila la miró, pero sus pensamientos seguían nublados.
Fue entonces que se les acercó una amable anciana que estaba cuidando las flores del parque.
"Hola, pequeños, ¿qué sucede aquí?" - preguntó la anciana, agachándose.
Lila limpió sus lágrimas y dijo:
"No me siento bien y no sé por qué."
La anciana sonrió con calidez.
"A veces, nuestros sentimientos son como el clima. Pueden ser soleados o nublados, pero son normales. ¿Sabes cómo te sientes en este momento?" - le preguntó.
Lila pensó por un momento.
"Creo que me siento triste..." - respondió con suavidad.
"Está bien sentirse triste a veces. Pero también es importante saber que está bien pedir ayuda. En este hermoso jardín, cada flor crece a su manera. Algunas son altas, otras pequeñas, pero todas son bellas. Lo mismo pasa con nuestros sentimientos." - dijo la anciana.
Lila se sentía un poco más ligera, pero aún tenía un nudo en el estómago.
"¿Cómo puedo sentirme mejor?" - preguntó.
"Podrías intentar escribir lo que sientes. A veces, las palabras pueden ayudar a volar nuestras preocupaciones como mariposas. También puedes hablar con alguien en quien confíes.¿Tienes amigos a los que puedas contarle esto?" - sugirió la anciana.
Lila asintió, recordando a sus amigos.
"Sí, tengo a Misia, pero a veces no quiero hablar de lo que siento. Me da vergüenza." - respondió.
La anciana la miró con comprensión.
"Es natural sentir vergüenza. Pero, ¿sabes algo? A veces, compartir lo que sentimos hace que el peso sea más liviano. Así como el sol regresa después de una tormenta, tus sonrisas regresarán también." - la anciana la alentó.
Lila sintió que en su corazón empezaba a florecer una pequeña esperanza. Decidió que, al volver a casa, intentaría escribir sobre su tristeza.
Más tarde, cuando regresó a su casa, se sentó en su escritorio y tomó un papel y un lápiz. Al principio, le costó, pero poco a poco, las palabras comenzaron a fluir.
"Hoy me sentí triste. A veces, no sé por qué, pero está bien. Es parte de ser humana" - escribió Lila.
Cuando terminó, sintió cómo el nudo en su estómago se aflojaba un poco. Pensó en Misia y decidió que, al día siguiente, le hablaría de lo que estaba sintiendo.
Al día siguiente, en el parque, Lila vio a su amiga.
"Hola, Misia!" - la saludó Lila, con una sonrisa tímida.
"Hola, Lila! ¿Cómo has estado?" - preguntó Misia.
Lila respiró hondo.
"Hoy quiero contarte algo. Ayer me sentí muy triste y no sabía cómo manejarlo. Pero hable con una señora en el parque y me ayudó a entender mis sentimientos. En lugar de guardarlos, quiero compartirlos contigo."
Misia la miró con simpatía.
"Yo también me he sentido triste a veces. ¡Gracias por contarme!" - dijo Misia con una gran sonrisa. "Podemos compartir nuestros sentimientos juntas. Así nunca estaremos solas!"
A partir de entonces, Lila empezó a hablar más sobre sus sentimientos. Se sintió más alegre porque cada día aprendía a comprender y manejar lo que sentía.
La anciana del parque seguía cuidando las flores y todas las veces que Lila la veía, la saludaba con una sonrisa y un cálido agradecimiento por la valiosa lección que le había enseñado sobre la importancia de expresar los sentimientos.
"Gracias por recordar que los sentimientos son solo eso: una parte de nosotros. ¡Como las flores!" - le decía Lila feliz.
Y así, Lila aprendió que llorar no es malo, que a veces, compartir lo que sentimos nos ayuda a sanar y que, sin importar cómo nos sintamos, siempre hay espacio para la alegría después de la tristeza.
FIN.