El Jardín de los Sentimientos



Había una vez, en un pequeño barrio de una ciudad argentina, dos hermanos llamados Brandon y Yoselín. Tenían un jardín lleno de flores de todos los colores, que cuidaban juntos todos los días. Pero junto con el amor por su jardín, también tenían un pequeño problema: a veces, los celos hacían que se pelearan.

Un día, mientras regaban las plantas, Brandon dijo:

"¡Mira, Yoselín! La flor que planté yo está más hermosa que la tuya."

Yoselín se cruzó de brazos y respondió:

"¡Eso no es cierto! Mi flor es la más bonita, y como siempre, vos querés ser el mejor."

Ambos se enojaron y dejaron de hablarse. Decidieron dedicar el día a cuidar sus flores por separado. Brandon regó más su planta, mientras Yoselín le daba abono a la suya. Sin embargo, al final del día, se dieron cuenta de que cada uno tenía algo especial.

Cuando llegó el momento de la cosecha de flores, Brandon se sorprendió:

"¡Mirá la cantidad de flores que hay en tu parte del jardín! Son enormes y brillantes."

Yoselín sonrió orgullosa.

"Gracias, Brandon. Igual te tengo que decir que tu parte también tiene flores preciosas. Me gusta mucho cómo las cuidás."

Justo cuando estaban a punto de celebrar juntos, se dieron cuenta de que una sombra cubría su jardín. Era un gran pájaro que quería llevarse las flores.

"¡No! Mis flores, ¡déjalas en paz!" gritó Brandon angustiado.

"¡No! ¡Mis flores!" exclamó Yoselín, asustada.

Decidieron trabajar en equipo y crear un plan.

"Si cada uno defiende su parte, no lo lograremos. Necesitamos unir fuerzas, ¿te parece?" propuso Yoselín.

"Sí, juntos podemos lograrlo. Acordemos un plan. Uno de nosotros asustará al pájaro y el otro recogerá las flores que caigan."

Así fue como comenzaron a gritar y a mover los brazos para espantar al pájaro. Con ingenio y trabajo en equipo, lograron ahuyentarlo. Finalmente, miraron a su jardín lleno de flores y se dieron cuenta de que cada uno había aportado algo especial.

"¿Sabes qué? No importa quién tenga la flor más bonita. Lo importante es que cuidamos nuestro jardín juntos", dijo Brandon.

Yoselín sonrió:

"Exactamente. Y cada flor es especial porque es parte de un trabajo en equipo."

Desde ese día, los celos desaparecieron y el amor por su jardín creció aún más. Aprendieron a valorar sus diferencias y a trabajar juntos. Cada vez que alguien les preguntaba sobre su jardín, respondían con alegría:

"¡Es nuestro jardín!"

A partir de entonces, el jardín no solo se llenó de flores, sino también de risas, juegos y enseñanzas de amor y colaboración entre hermanos. Así aprendieron que la unión hace la fuerza y que cada uno aportaba algo único al mundo de los dos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero el amor y la colaboración de Brandon y Yoselín seguirán floreciendo por siempre.

FIN.

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