El Jardín de los Sentimientos



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, había un jardín muy especial donde los niños solían jugar. Este jardín era conocido como el Jardín de los Sentimientos, porque en él, cada planta representaba una emoción diferente. A la sombra de un gran árbol, dos amigos inseparables, Lucas y Mateo, solían pasar horas explorando el lugar.

Una mañana, mientras corrían entre las flores, Lucas encontró una planta de color negro, que nunca habían visto antes.

"¿Qué será esto, Mateo?" - preguntó Lucas.

"No lo sé, pero parece algo raro" - respondió su amigo con un poco de miedo.

Curiosos, decidieron tocarla. En el instante en que lo hicieron, una sombra oscura cubrió el jardín y comenzaron a sentirse muy extraños—se sentían llenos de odio.

"¿Por qué estamos así?" - preguntó Lucas, frunciendo el ceño.

"No entiendo, antes estábamos tan felices" - contestó Mateo, sintiendo un nudo en el estómago.

Esa oscuridad hizo que comenzaran a discutir.

"¡Siempre quieres hacer lo que vos querés!" - gritó Lucas.

"¡Y vos nunca escuchás lo que digo!" - respondió Mateo con enojo.

La amistad quedó quebrada y lo que unía a los dos amigos se transformó en un mar de resentimiento. A partir de ese día, Lucas y Mateo comenzaron a alejarse. Lucas pasó más tiempo con otros niños, mientras que Mateo se quedó solo, perdiendo su alegría.

Una tarde, mientras exploraban el jardín por separado, cada uno también descubrió que la sombra oscura había hecho que todas las plantas de su alrededor se marchitaran. El jardín, que una vez fue un lugar lleno de risas, ahora se sentía frío y vacío.

"Esto no puede seguir así, necesito hablar con Mateo" - pensó Lucas, aunque sentía un nudo en la garganta. Y decidió acercarse a su amigo.

"Mateo, ¿podemos hablar?" - dijo Lucas sinceramente.

"¿Sobre qué?" - contestó Mateo, cruzando los brazos y mostrando su renuencia.

"Sobre lo que pasó entre nosotros. Me siento mal por todo esto" - Lucas miró a su amigo a los ojos.

"Yo también estoy mal. Quiero que nuestra amistad vuelva a ser como antes" - respondió Mateo, sincerándose.

Con una chispa de esperanza, los chicos decidieron trabajar juntos para sanar el jardín. Comenzaron a regar las plantas marchitas y a charlar sobre sus sentimientos y lo que había sucedido. A medida que hablaban, la sombra oscura comenzó a desvanecerse.

"Mirá, las plantas están volviendo a florecer" - dijo Lucas mientras veía las primeras hojas verdes aparecer.

"Eso significa que también podemos florecer, como nuestros sentimientos, si trabajamos juntos" - agregó Mateo.

Con el tiempo, la amistad entre Lucas y Mateo se volvió más fuerte que nunca. Aprendieron la importancia de hablar sobre sus emociones y pedir perdón cuando era necesario. Se dieron cuenta de que aunque a veces las cosas se complican y surgen conflictos, siempre hay espacio para la reconciliación y el cariño.

Finalmente, el Jardín de los Sentimientos volvió a ser un lugar feliz y colorido, donde todos los chicos del pueblo querían jugar. Lucas y Mateo siempre recordarán esa lección sobre la amistad, la traición y el perdón.

"¡Nunca más dejemos que la oscuridad nos separe!" - exclamó Lucas.

"¡Sí! Somos amigos para siempre!" - respondió Mateo, sonriendo.

Así, el jardín floreció una vez más, simbolizando el poder del amor y la amistad.

FIN.

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