El Jardín de los Sentimientos



Era un hermoso día de amor y amistad en el pequeño pueblo de Sonisur. Los árboles se mecen suavemente con una brisa perfumada que traía consigo el aroma de flores recién florecidas. En el corazón del pueblo había un jardín secreto, un lugar donde las emociones, los sonidos y los olores cobraban vida. Este jardín era mágico y solo se revelaba en el Día de Amor y Amistad.

En este día especial, cuatro amigos decidieron explorar el jardín: Lila, la chica que amaba el arte; Tomás, el que siempre contaba chistes; Carla, la que se preocupaba por todos; y Leo, el soñador que quería descubrir los misterios del mundo.

- “¡Vamos, amigos! ¡Hoy es el día perfecto para visitar el jardín! ” - exclamó Lila, pintando con su dedo en el aire un espectacular arco iris.

- “Tengo un nuevo chiste para contar mientras caminamos. ¿Saben por qué el tomate nunca esquía? ” - preguntó Tomás, listo para hacer reír a todos.

- “¡No! ” - dijeron todos a coro, llenos de curiosidad.

- “¡Porque le da miedo el ketchup! ” - soltó una risa contagiosa, lleno de alegría por compartir su humor con sus amigos.

Cuando llegaron al jardín, lo que encontraron fue asombroso. Cada rincón estaba lleno de colores vibrantes y sonidos dulces. Las flores brotaban en formas de corazones de varios tamaños y cada vez que alguien se acercaba a una, ¡emitía un sonido especial!

- “Escuchen eso, suena como una melodía! ” - dijo Carla, maravillada.

Mientras exploraban, cada amigo comenzó a experimentar sus propias emociones. Lila se sintió inspirada y comenzó a pintar en el suelo con flores de colores. Tomás, mientras tanto, descubrió una flor que rió cada vez que decía un chiste.

- “¡Esta flor tiene el sentido del humor de un comediante! ” - rió Tomás.

Pero entonces, Leo notó algo extraño. Una flor anaranjada, apartado de los demás, parecía triste y apagada. Su aroma no era el de alegría, sino que olía a melancolía.

- “¿Por qué esta flor se ve tan triste? ” - preguntó Leo, inclinándose hacia ella.

La flor, sorprendida, respondió con un suave susurro: - “Me siento sola y olvidada. Nadie viene a hablarme, ni a jugar. Todos prefieren a las flores alegres.”

- “¡No te preocupes! ¡Nosotros queremos ser tus amigos! ” - dijo Carla, acercándose.

- “Sí, cada emoción es importante. No debemos ignorar a quienes se sienten tristes. ¡Te haremos compañía! ” - agregó Lila, comenzando a dibujar una gran sonrisa en la tierra cerca de la flor.

Los amigos decidieron organizar una pequeña fiesta para la flor triste. Así que Tomás comenzó a contar chistes y las otras flores comenzaron a reírse. Lila pintaba corazones y estrellas en el suelo, y Carla, con su cariño, le tomó la mano a la flor, asegurándole que no estaba sola.

- “¡Mirá! ¡Ahora estás rodeada de amigos! ” - dijo Leo entusiasmado.

Con cada sonrisa y cada risa, la flor comenzó a iluminarse. Su color se volvió más brillante y su aroma cambió. Pronto, todo el jardín se llenó de amor y alegría. Las emociones se entrelazaban como una melodía, creando un ambiente de amistad que resonaba entre todos los rincones.

- “¡Gracias, amigos! Ahora veo que incluso las flores tristes pueden encontrar alegría en compañía.” - dijo la flor con gratitud.

Así, el jardín se transformó, convirtiéndose en un lugar donde todas las emociones eran celebradas, desde la alegría hasta la tristeza. Lila, Tomás, Carla y Leo aprendieron que el amor y la amistad significaban estar presente para los demás, no importa cómo se sintieran. Al final del día, el jardín floreció más que nunca, y los amigos prometieron volver cada año para celebrar el Día de Amor y Amistad con todos, no solo con algunas flores.

- “Vuelvo a casa con mi corazón lleno de colores y sonrisas” - dijo Leo mientras caminaban de regreso a casa, sintiéndose más afortunado que nunca.

Y así, en Sonisur, quedó grabado un armonioso recordatorio: cada emoción cuenta, y el amor y la amistad son lo que realmente hace florecer la vida.

FIN.

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