El Jardín de los Sueños



En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y ríos cristalinos, había un jardín encantado que solo se podía ver cuando el sol brillaba de una manera muy especial. Este jardín era mágico, lleno de flores que podían hablar y árboles que cantaban al viento. Sin embargo, los habitantes del pueblo nunca habían creído en las historias que contaban los más ancianos. Todos pensaban que era solo un mito.

Un día, una niña llamada Clara decidió salir a explorar después de escuchar a su abuela contar sobre el jardín. Con su mochila llena de golosinas y su inseparable perro, Max, se aventuró en una caminata hacia las colinas.

"Max, ¿vos creés que el jardín existe de verdad?" - preguntó Clara, mientras caminaban.

"¡Por supuesto! Lo que pasa es que la gente no sabe mirar con el corazón, Clara" - le respondió Max, moviendo su cola entusiasmado.

Después de caminar un rato, Clara se detuvo en un claro muy bonito. Frente a ella, un rayo de sol atravesó las nubes, iluminando una puerta cubierta de enredaderas.

"¡Mirá, Max! Allí hay una puerta..." - exclamó Clara.

"Tal vez sea el inicio de la aventura, ¿te animás a abrirla?" - le sugirió Max.

Clara, emocionada, empujó la puerta y, para su sorpresa, se encontró en un jardín donde todo brillaba. Las flores la saludaron:

"¡Bienvenida, Clara!" - dijeron al unísono.

Las flores eran de colores vibrantes: rojas, azules, amarillas y verdes. Clara no podía creer lo que veía. Pero algo raro sucedía. Las flores parecían tristes.

"¿Por qué están tan apagadas?" - preguntó Clara curiosa.

"Hemos perdido nuestra magia porque los niños del pueblo no vienen a jugar aquí" - respondieron las flores con un susurro melancólico.

Clara se sintió conmovida. Sabía que debía hacer algo para ayudar a las flores.

"Les prometo que volveré y traeré a todos mis amigos para que conozcan este lugar mágico" - les dijo con determinación.

Esa noche, Clara se lo contó a sus amigos en la escuela. Pero algunos no le creyeron y dijeron:

"¡Es solo un cuento!" - se burlaron.

Sin desanimarse, Clara decidió organizar una visita al jardín. Convenció a sus amigos más cercanos y, juntos, exploraron las colinas cuando el sol brillaba.

Cuando llegaron al jardín, sus ojos se llenaron de asombro. Todos pudieron ver las flores que hablaban y los árboles que cantaban.

"¡Es cierto!" - gritó uno de sus amigos, asombrado.

"Miren cómo nos saludan" - dijo otro, riendo junto a las flores.

Mientras jugaban, Clara dijo a sus amigos:

"¿Ven? Este lugar necesita que lo cuidemos y disfrutemos de su magia. Cuando venimos, las flores vuelven a florecer más brillantes".

"¿Y si hacemos un jardín en el colegio?" - propuso uno de los amigos.

"¡Sí! ¡Eso sería genial!" - respondieron todos emocionados.

Así, los niños decidieron hacer un jardín en su escuela. Cada semana, sembraban flores y cuidados mientras hablaban de sus historias. El jardín de la escuela comenzó a florecer y pronto todos en el pueblo se dieron cuenta de la maravilla que habían creado.

Las flores del remoto jardín encantado también comenzaron a brillar con más fuerza, porque los niños habían aprendido a cuidar la naturaleza y a valorar los pequeños milagros.

"Gracias, Clara. La magia vuelve con cada sonrisa y cada juego" - dijeron las flores una tarde.

"No hubiese sido posible sin la ayuda de mis amigos," - respondió Clara, feliz.

Y así, el pueblo entendió que la magia está en cuidar y compartir momentos con los demás. El jardín encantado y el jardín de la escuela se hicieron uno, y juntos crearon un lazo fuerte que unía a todos.

Desde entonces, Clara, Max y sus amigos visitan el jardín mágico con frecuencia, sabiendo que ambos lugares vivirían felices mientras hubiera amor y amistad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!