El Jardín de los Sueños



En una pequeña escuela de un barrio de Buenos Aires, todos los días eran una nueva aventura para la maestra Sofía y sus estudiantes. Sofía era querida por todos, no solo porque enseñaba matemáticas y lengua, sino porque también creaba un ambiente lleno de amor y cuidado donde cada niño se sentía especial.

Un día, mientras estaban en clase, Sofía notó que algunos de sus estudiantes, entre ellos Pedro, Valentina y Lucas, parecían más callados de lo habitual.

"¿Qué les pasa hoy?" - preguntó con una sonrisa.

"Estamos preocupados, maestra. No podemos encontrar el camino a nuestra aventura de sueños. Nunca hemos estado en el bosque encantado." - dijo Pedro, frunciendo el ceño.

Sofía, emocionada por la idea, decidió que era hora de una nueva aventura.

"¿Qué les parece si vamos al bosque encantado?" - dijo ella, sus ojos brillando de emoción.

Los estudiantes se iluminaron y comenzaron a conversar emocionados:

"¡Sí! ¡Vamos!" - gritó Valentina.

"Pero maestra, ¿y si nos perdemos?" - preguntó Lucas, un poco asustado.

Sofía se agachó a su nivel, inspirándolos con su calidez:

"No se preocupen, siempre estaré con ustedes para guiarlos y cuidarlos. Además, llevaremos un mapa y algunos bocadillos para el camino. ¡No hay nada que temer!"

Así que después de organizar todo, la clase se dirigió al bosque encantado. Cuando llegaron, se maravillaron con los altos árboles y los destellos de luz que atravesaban las hojas.

El grupo comenzó su recorrido, siguiendo el mapa que Sofía había dibujado con muchos colores. Pero al poco tiempo, se encontraron con un cruce en el camino.

"¿Por dónde seguimos, maestra?" - preguntó Pedro, mirando el mapa.

"Aquí dice que debemos elegir entre el camino de las flores cantoras o el camino de los árboles sabios" - respondió Sofía.

"¡Las flores cantoras!" - exclamó Valentina.

"No, los árboles sabios, seguro saben cosas que nosotros no" - replicó Lucas.

Sofía sonrió al escuchar sus argumentos.

"¿Qué tal si hacemos una votación?"

Después de una breve discusión, decidieron ir por el camino de los árboles sabios. Al avanzar, el lugar se volvió cada vez más mágico. Los árboles eran enormes y sus troncos estaban llenos de tallados extraños que contaban historias.

De repente, un árbol gigante empezó a hablar.

"¡Hola, pequeños aventureros!" - su voz resonaba con sabiduría. "¿Qué buscan en este bosque encantado?"

Los niños miraron a Sofía con asombro.

"Buscamos el camino a nuestra aventura de sueños" - respondió Pedro, aún con una pizca de miedo.

"El verdadero camino a la aventura está dentro de ustedes. Solo tienen que ser valientes y confiar en sí mismos" - dijo el árbol.

Los estudiantes se miraron, cada uno entendiendo el mensaje de distintas maneras.

"Yo creo que podemos ser valientes si estamos juntos" - dijo Lucas, inspirado por las palabras del árbol.

"Sí, como un equipo, podemos lograrlo" - añadió Valentina con una sonrisa.

Sofía los abrazó con orgullo.

"Exactamente. Siempre se trata de estar juntos y apoyarse. Ahora, ¿qué les parece si seguimos adelante?"

Todos asintieron con entusiasmo. Siguieron caminando y, al poco tiempo, encontraron un claro lleno de flores de todos los colores. Allí se sentaron a disfrutar de los bocadillos que habían traído.

Mientras comían, comenzaron a soñar juntos:

"Podríamos construir una casa de dulces" - dijo Valentina.

"¡Y crear un lago donde los peces cuenten cuentos!" - agregó Pedro.

"Y tendríamos un árbol que nos enseñe a volar" - dijo Lucas, riendo cada vez más.

Sofía, escuchando sus sueños, no podía estar más feliz.

"Recuerden, cada uno de ustedes tiene un sueño dentro. No dejen que nada los detenga. Puede que tengamos que trabajar para alcanzarlos, pero siempre lo lograrán si se apoyan mutuamente."

Cuando llegó la hora de volver, Sofía y sus estudiantes regresaron a la escuela con el corazón colmado de esperanza y alegría. Sabían que su aventura no había terminado. Cada día era una nueva oportunidad para aprender, soñar y cuidarse unos a otros.

Y así, cada vez que miraban el mapa de su aventura, se acordaban de que, aunque el camino pueda ser incierto, siempre estarían juntos. La amistad y el amor que compartían era la verdadera aventura, y Sofía, su maestra, siempre los guiaría, cuidándolos y queriéndolos como a sus propios sueños.

FIN.

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