El Jardín de los Sueños



En un pequeño pueblo llamado Flores, un niño muy curioso llamado Luca siempre soñaba con tener su propio jardín. Cada vez que pasaba por la casa de su vecina, la señora Rosa, miraba con admiración su hermoso jardín lleno de flores de todos colores.

Un día, mientras Luca paseaba por el parque, se encontró con su amigo Mateo.

"¿Viste el jardín de la señora Rosa?" - le preguntó Luca entusiasmado.

"Sí, es hermoso. Pero ¿sabés qué? No creo que jamás tenga un jardín tan bonito como ese" - respondió Mateo.

Luca quedó pensativo.

"Podríamos intentarlo. Tal vez si trabajamos juntos…" - sugirió.

Mateo, un poco dudoso, aceptó. Al día siguiente, ambos se encontraron en el parque con palas, regaderas y algunas semillas que habían conseguido de sus padres. Decidieron elegir un pequeño lugar en el parque que siempre había estado lleno de malezas. Al principio, no fue fácil y se llevaron muchas sorpresas. Entre piedras y barro, se dieron cuenta de que el trabajo en grupo podía ser divertido.

"¡Mirá! Justo bajo este montón de tierra hay un caracol!" - exclamó Mateo sorprendido.

"¡No lo pises!" - advirtió Luca. "Podemos hacerlo nuestro amigo del jardín".

Entre risas y juegos, comenzaron a limpiar la tierra. Durante varias semanas, trabajaron duro: removían las piedras, quitaban las malezas y sembraban distintas semillas. Cada día que pasaba, el lugar parecía transformarse. Pero un día, algo inesperado sucedió. Una tormenta fuerte se desató mientras estaban ahí.

"¡No, no! ¡Todo lo que sembramos!" - gritó Luca angustiado.

"¡No te preocupes!" - respondió Mateo. "Podemos volver a hacerlo. ¡No rendirse es lo importante!"

Luca, sintiéndose un poco más fuerte por el apoyo de Mateo, asintió. Así, después de la tormenta, se pusieron manos a la obra otra vez, y esta vez, no solo sembraron flores, también aprendieron a cuidar el espacio, a regar, a hablar con las plantas como si fueran sus amigos. Y lo mejor de todo, cada vez que volvían a ver el lugar, nuevas plantitas iban creciendo.

Un día, mientras jugaban, la señora Rosa se acercó a ellos.

"¡Hola, chicos! He estado observando cómo trabajan en este lugar. Me gustaría ayudarles" - dijo con una sonrisa.

"¿De verdad? Eso sería genial, señora Rosa" - dijo Luca emocionado.

Así fue como la señora Rosa comenzó a visitarlos todos los días, enseñando sobre diferentes plantas y flores, contando historias sobre cómo había creado su propio jardín cuando era niña. Los chicos aprendieron a ser pacientes y perseverantes.

Pasaron los meses y el pequeño rincón que habían cultivado se transformó en un hermoso jardín de flores coloridas. Lleno de mariposas y hasta un par de colibríes que solían venir a visitar.

Un día, el alcalde del pueblo, al ver el hermoso jardín, decidió organizar una feria para celebrar el trabajo de los chicos. En la feria, todo el mundo aplaudió a Luca y Mateo.

"¡Gracias por compartir su belleza con todos!" - dijo el alcalde. "Este jardín es un gran ejemplo de lo que podemos lograr juntos."

Desde entonces, cada vez que pasaban por el jardín, el alcalde los saludaba, y más y más chicos querían colaborar en el cuidado de ese rincón especial.

El jardín llegó a ser el símbolo de amistad y perseverancia en Flores. Y también, una lección muy importante: que los sueños, aunque grandes, pueden hacerse realidad si trabajamos en equipo y no nos rendimos ante las adversidades.

FIN.

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