El Jardín de los Sueños



Había una vez un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde vivían cuatro amigos inseparables: Lía, Mati, Simón y Sofía. Eran conocidos por sus travesuras y sus aventuras. Un día, mientras jugaban a la escondida en el bosque, encontraron un sendero cubierto de flores brillantes y coloridas.

- ¡Miren esto! - exclamó Lía, señalando el sendero. - ¿A dónde creen que llevará?

- No lo sé, pero ¡vamos a averiguarlo! - dijo Mati entusiasmado.

Los cuatro amigos decidieron seguir el sendero. A medida que avanzaban, el aire se llenó de un dulce aroma a flores y un suave murmullo de agua.

De repente, llegaron a un jardín deslumbrante. Había plantas que nunca habían visto, árboles que parecían hablar con el viento y el lugar estaba lleno de mariposas danzantes.

- ¡Es hermoso! - susurró Sofía, con los ojos abiertos de par en par.

En el centro del jardín, había un enorme árbol con un tronco torcido y raíces que parecían abrazar la tierra. Al acercarse, se dieron cuenta de que tenía una puerta pequeña en su base.

- ¿Deberíamos entrar? - preguntó Simón.

- ¡Sí! - respondió Lía con decisión. - ¿Qué puede pasar?

Cuando abrieron la puerta, un destello de luz los envolvió y aparecieron en un mundo mágico, lleno de criaturas sorprendentes y colores vibrantes.

De pronto, un pequeño duende con alas brillantes apareció volando.

- ¡Hola! Soy Neón, el guardián del Jardín de los Sueños. - dijo el duende sonriente. - Bienvenidos. Este lugar es especial, porque aquí los sueños pueden hacerse realidad si realmente creen en ellos.

- ¡Guau! - respondió Mati, emocionado. - ¿Y cómo se hacen realidad?

- Tienen que trabajar juntos y hacer algo bueno por el jardín - dijo Neón. - Si lo cuidan y le dan amor, podrán pedir un solo deseo.

Los amigos se miraron entre sí, decididos a ayudar. Comenzaron a limpiar el jardín: regaron las plantas, quitaron las malas hierbas y pusieron atención en los pequeños animales que vivían allí.

Poco a poco, el jardín empezó a relucir con más vida. Las flores florecían y los árboles se llenaban de frutos.

- ¡Miren cómo crecen las plantas! - dijo Sofía, saltando de felicidad.

Pero un día, mientras trabajaban, vieron que una nube oscura se acercaba al jardín. Asustados, gritaron al duende.

- ¿Qué vamos a hacer, Neón? - preguntó Simón con voz temblorosa.

- Esa nube viene a robar la energía del jardín. Tienen que protegerlo. ¡Usen su amistad! - respondió Neón, volando hacia la nube.

Los amigos se tomaron de las manos y gritaron con todas sus fuerzas.

- ¡No te dejaremos arruinar nuestro jardín! - dijeron al unísono.

¿Y qué pasó? Cuando unieron sus voces en un fuerte grito, la nube comenzó a desvanecerse. Las flores danzaron al ritmo de su energía y la luz comenzó a brillar cada vez más fuerte. Finalmente, la nube se fue, dejando un cielo despejado.

- ¡Lo logramos! - gritaron todos, saltando de alegría.

- ¡Sí! Ustedes demostraron que la amistad y el trabajo en equipo son más poderosos que cualquier oscuridad - dijo Neón, contento.

Con el jardín resplandeciente, los amigos decidieron que era momento de pedir su deseo.

- ¿Qué deseamos? - preguntó Mati.

- Seguro que algo que beneficie a todos - dijo Lía.

Después de un rato de conversación, llegaron al acuerdo.

- Queremos que el Jardín de los Sueños permanezca siempre vivo y que todos en nuestro pueblo puedan visitarlo y aprender a cuidar la naturaleza. - dijeron le emocionados.

Neón sonrió.

- ¡Un deseo hermoso! - dijo y haciendo un gesto mágico, el jardín se llenó de un brillo dorado. - Su deseo se ha hecho realidad.

De repente, la luz del jardín se extendió hasta el pueblo, y todos los habitantes comenzaron a llegar. Aprendieron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, y a trabajar juntos para que el Jardín de los Sueños siempre estuviera vivo.

Desde ese día, los amigos no solo tuvieron un lugar especial para jugar, sino también una lección invaluable sobre la amistad, el trabajo en equipo y el amor por la naturaleza.

FIN.

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